martes, 8 de octubre de 2013

Cuaderno de Perú (1): Machu Picchu.



Yo soy Cusi Yupanki: Hijo del Sol, noveno rey de los incas, hijo de Wiracocha y de la Coya Mama Runtu, Sapa del Tahuantinsuyu, el gran imperio andino. 

Han transcurrido los años desde que vencí a los chancas en la Llanura de Sangre. Les hice creer que les duplicaba en número añadiendo a mi ejército siluetas de falsos soldados hechas con piedras. Fue una batalla terrible. Después de aquella victoria accedí a la regencia y a mi nuevo nombre, Pachacútec, que significa El Transformador de la Tierra.Y eso fue lo que hice. Establecí alianzas, conquisté naciones, administré las tierras con astucia y organicé la vida de las poblaciones para que funcionaran como un conjunto armonioso y eficaz. No muestro piedad con mis adversarios. Confieso mi ambición, pero muchos se benefician. He multiplicado las superficies de cultivo a base de terrazas, y se quintuplicaron las cosechas. El excedente es almacenado en las grandes colcas, y de allí lo sacamos en años de escasez. En el Tahuantinsuyu nadie pasa hambre.

He construido ciudades y fortalezas, he levantado templos, y declarado a Inti como el dios supremo. He unificado la lengua con el quechua, y modernizado las comunicaciones con el sistema de postas, caminos y puentes por los que los mensajeros chasqui pueden recorrer hasta 320 Km. en un sólo día. Desde el Qosqo, la capital del imperio, he trazado carreteras hacia los cuatro puntos cardinales. 

Mandé traer bloques de piedra de Salu para reedificar el Templo del Sol capitalino. Lo llené de tantos tesoros que desde entonces se llamó Coricancha, Templo de Oro. Y aquí, en la cumbre de la Montaña Vieja, he hallado el sitio perfecto para descansar. Es la joya de mi hacienda.  En su cima hay una cantera de granito blanco; la Pachamama es generosa. Toda la ciudadela se aposenta sobre la roca. Diseñé terrazas de cultivo para abastecerla, y otras más estrechas para apuntalarla. Las capas de grava drenan la lluvia, y el agua discurre por fuentes y canales. Es una ciudad sagrada, porque sagrada es esta tierra que abrigan las montañas. Aquí vuelvo de vez en cuando, y aquí soy dichoso. La proximidad del cielo renueva la fuerza de mi sangre.

Yo soy Pachacútec, el Sapa Inca, el guerrero, el constructor, el legislador, el conquistador, el ingeniero, el Hijo del Sol, el Transformador de la Tierra.



Tal vez así me habría hablado el rey más grande de los incas, de haberme topado con él en Machu Picchu. Acaso sucedió aunque no lo vi, pues juraría que una voz ronca me susurraba al oído esas palabras. Todo me parecía posible en aquel promontorio fascinante. 

Cualquiera que haya subido a la ciudadela desde Aguascalientes, ya fuera a pie o en autobús, comprenderá por demás la emoción que experimentábamos al acercarnos, dejando abajo el Urubamba con su curso lleno de megalíticos peñascos desprendidos, donde bajan los osos a pescar. La agitación se incrementaba con cada revuelta que ascendíamos en la tortuosa carretera de Hiram Bingham

No existe fotografía de Machu Picchu capaz de reflejar con justicia su misterio. Es preciso estar allí para sentir su hálito, para llenarse los pulmones de su grandiosa belleza y misticismo, para perderse en el abrazo de su luz cambiante y enigmática. Ciega con su fuerza a veces, y besa la piel cuando llega la bruma a las mejillas, cuando la lluvia moja las siluetas lejanas de los visitantes encaramados en fila sobre las terrazas de este tétrix insólito.



Habíamos pasado lo nuestro para llegar allí -eso ya te lo cuento en otro post, que no deseo en este punto alterar mi ánimo, ni el tuyo-, pero durante unas horas mágicas lo olvidamos todo. Solamente teníamos sentidos para descubrir, para admirar, para soñar, para sentir el corazón ensancharse. En este lugar hay algo que se brinda pero que no se deja encerrar, algo que te atrapa con todo el poder de la suavidad. Y ese secreto lo ha protegido de las garras del tiempo, y puede que de algo más destructivo aún: la codicia humana y su barbarie. 



Si tú has estado allí lo sabrás: Machu Picchu jamás se olvida, porque alguna parte de ella te alcanza para siempre. 





Algunos datos de interés: 

Machu Picchu está situado a 130 Km. de Cuzco. Los peruanos lo llaman Cusco, y en quechua es Qosqo (sonido fuerte y seco: Cos-co). Por la izquierda del Cañón del Urubamba, que prácticamente rodea el cerro. 

Está a una altura de 2.438 m. sobre el nivel del mar. Se conservan 172 edificios. Dicen que esto ha sido posible porque los conquistadores españoles desconocían su existencia, pero se han dado a conocer estudios y documentos que prueban no solamente que sabían de la ciudad, aunque no la visitaban, sino que además recibían tributos de Machu Picchu una vez al año, que se entregaban en Ollantaytambo. 

Por cierto: Ollantaytambo es una alternativa muy recomendable a Aguascalientes para la escala hacia Machu Picchu. Está algo más alejado, pero es más auténtico; más barato y menos turístico que Aguascalientes, para mí insufrible, por ruidoso, masificado, y despropósito urbanístico que clama al cielo. Absolutamente anti-inca, ya que éstos procuraban integran sus edificios con el paisaje. En Ollantaytambo en cambio, conservan las calles originales, con sus casas habitadas y sus canales de agua. Y tiene unas ruinas importantes. 

Volviendo a Machu Picchu, está construida entre dos montañas y dos fallas geológicas. Hay terremotos frecuentes y lluvias copiosas. Su trazado obedece a diversos criterios: despensa, estrategia, descanso, y sobre todo aspectos ceremoniales y astronómicos. 

Las formas trapezoidales soportan mejor las sacudidas del terreno. Los bloques de piedra tienen las bases cóncavas y convexas, y encajan entre sí. Durante los seísmos las piedras "saltan" y luego se deslizan nuevamente a su lugar. Este es el secreto de la resistencia de las construcciones incas

Se puede acceder a la ciudad por el Camino Inca, una ruta muy hermosa de tres o cuatro días. Se cierra los meses de intensas lluvias por su dificultad en tales condiciones, tiempo que se aprovecha para restaurarlo. 


Mariaje López.

Si lo deseas, puedes dejar un comentario. 


8 comentarios:

  1. Preciosa descripción de tus vivencias. Me alegra que estés disfrutando tanto. Nos vemos a la vuelta y besos para los dos.

    Mariajo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya estoy aquí... ¿Este sábado tenemos fiesta de disfraces por fin?, ¿y en qué casa?

      Un abrazo, gracias por el comentario.

      Eliminar
  2. Lo mismo que Anónimo, pero añado una sana envidia. Imagino que conviene hacer descompresión o adaptación, como los astronáutas que regresan del espacio; despues de ver, oler, oir, palpar y sentir ese viaje uno tarda en volver a ser el mismo, si llega a serlo. Espero la segunda parte y otras, si las hubiere. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad es que resulté la menos afectada por la altitud. A lo mejor tengo ancestros de alturas porque curiosamente a 5.000 metros sobre el nivel del mar, no experimenté los efectos de la falta de oxígeno, y en cambio, al volver a Madrid noté como si no me entrara el aire en los pulmones. Algo muy extraño, pero que me lleva a conclusiones paradójicas: ¿no habré nacido en una parte equivocada del mundo? :-)

      Eliminar
  3. Hola, chula!!
    Bienvenida a las planicies de nuevo. Una experiencia increíble, como se desprende de tus palabras. Enhorabuena por haber podido llevarla a cabo. Le diré a Nacho que te lea porque es un viaje que lleva queriendo hacer desde que le conozco. Quizá algún día...

    Estoy recién aterrizada, de hecho, llegué ayer aún y, de otra forma, pero también sufro de "jet lag", vamos, que me cuesta horrores volver a la rutina. Sabes de qué te hablo, no?

    Recuerdos de mi madre y te transmito su alegría por tu nueva etapa. Creo que sabes de qué te estoy hablando. Me dijo que "se la merece, ha tardado pero por fin le llegó lo que le correspondía". Suscribo una por una sus palabras.

    Un biquiño, chula, y ya seguiremos por mail.

    Abrazos, Tucho.

    Encarni

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Desde las planicies adivino que el deseo de Nacho se cumplirá sin duda. Entiendo por otra parte, la naturaleza de tu desajuste, por haberlo sufrido -ése sí- especialmente.

      Me alegran los parabienes de tu mami, y que me estime merecedora de las buenas nuevas que le llevaste. Un abrazo también para ella.

      Paciencia con el jet lag, no hay más remedio que encajarlo.
      Besos, chula.

      Eliminar
  4. María compi de aventura31/10/13, 22:13

    Gracias por tu cuento Mariaje, me ha trasladado en el tiempo, concretamente a finales del pasado Septiembre. Un placer recordar lo que es imposible de olvidar, pero con tus palabras y sensaciones, gemelas de las mías. Un sueño estar allí.
    Un beso-

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Al contarlo recordaba nuestra emoción, la tuya y la mía sobre todo, ya que íbamos juntas en los asientos del bus, al acercarnos a la Montaña Vieja. Aun ahora viendo documentales de otros sitios y admirando su grandeza, siempre hay una nota diferente cuando aparece Machu Picchu. Tiene algo que lo hace distinto a otros monumentos. Quizá ese abrazo mayestático con que las montañas abrigan la ciudad, quizá la luz brumosa, sus coordenadas astronómicas, o el conjunto tan bien conservado, o todo a la vez. A mí todavía me parece increíble haber estado allí. Así que nos comprendemos.

      Eliminar