lunes, 30 de noviembre de 2015

Noches en vela






Noches lentas, de música errante en los oídos,
noches de duermevela.
Mundos que se deslizan tibios
entre las brumas.

Extramuros, donde el presente habita,
brilla la claridad del día, jubilosa.
Y me mira.
Detrás del cristal, al otro lado de la noche.

domingo, 22 de noviembre de 2015

A la sombra de un tilo





“El escritor se sentó en un banco del parque, en su lugar preferido, bajo la sombra de un tilo, extrajo el cuaderno y el bolígrafo del cartapacio, observó el panorama durante unos segundos, imaginó otros tantos y escribió… una historia verdadera, de esas que se gestan en el corazón de la vida. La tituló “A la sombra de un tilo.”. 

A la sombra de un tilo - (Salvador Robles)



Pasa, amigo mío... mío y de esta casa que nos acoge a los dos; entremos en la biblioteca. Tengo un nuevo libro que mostrarte, de un autor del que ya te hablé otras veces: Salvador Robles. Ven y te mostraré un texto de lujo, con varios relatos, entre sus más de quinientos, premiados antes de su publicación. Un libro que, como un amante tranquilo y delicado, acaricia el espíritu en reposo. La primera acepción de la palabra reposo en el diccionario es: descansar, dar intermisión a la fatiga o al trabajo. 

Pues bien; en ese espacio de privilegio siempre encaja como un guante una buena lectura. 

martes, 17 de noviembre de 2015

Escombros






Vuelvo a la Casa y aquí siguen las Mil Voces; 
tienen alma propia y no me necesitan, pero aquí estoy. 
Cada día recojo los escombros y vuelvo a levantar columnas. 
Oleadas ciegas las sacuden, pero el basamento aguanta. 
Esta noche es el cimiento de mañana, 
cuando mis palabras vuelen abriendo las ventanas.



Mariaje López.



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miércoles, 23 de septiembre de 2015

Privilegios ínfimos





Cuando tomo esta imagen es el penúltimo día del verano. Las ramas del gran cedro que preside el jardín se mecen perennes y nostálgicas despidiendo el estío, y el encumbrado tronco se asoma muy por encima de los tejados prestos a recibir el otoño. Los gorriones acuden alegres a los comederos dispuestos desde la primavera. Suena música para escribir; lenta flauta y bronca guitarra; voz de mujer, cantos de arena que se deslizan entre las cuerdas y se pierden en el viento rojo de algún desierto dormido. 

Los gatos sestean en el columpio, y uno de ellos, el rubio, al atisbar la parafernalia conocida –yo cargada con el portátil y otros útiles de escritura- se acerca hasta mí de un salto y media docena de pasos elegantes. Maúlla, observa, me ofrece el lomo pajizo demandando caricias, quizá algún rato de juego. Es una liturgia aprendida, pactada, en la que ambos sabemos lo que hay que hacer. 

jueves, 17 de septiembre de 2015

Explicaciones.





Apreciado amigo: 

Sin darnos cuenta han transcurrido dos meses y medio desde que escribí por última vez en este blog. Ya que has tenido a bien visitarme de vez en cuando, te debo al menos una explicación de por qué en te has encontrado la casa vacía -que no cerrada- durante todo el verano. 

jueves, 2 de julio de 2015

Relatámpagos (3)


Relatámpago: Dícese del relato relámpago. 

Aquí los siete de la tercera entrega; y los 14 de las dos primeras acá y acullá

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DESPRECIO ETERNO

Por su multitud de crímenes los súbditos huían, aterrorizados, de su presencia. Sólo la muerte pudo hacer justicia, dejándole vivir eternamente. 

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lunes, 22 de junio de 2015

Relatámpagos (2)


Como ya quedó explicado en la primera entrega, me he inventado una palabra para los relatos hiperbreves de una sola línea, o como máximo dos. En mi imaginación ya la veo aceptada por la Real Academia (sonrío):

Relatámpago: Dícese del relato relámpago. 

Aquí los siete de la segunda entrega; y dos sin tres no habrá. 

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PEQUEÑO GRAN AMOR

Pasaron la última noche mirándose a los ojos. Antes del sueño final, el corazón del gato le entregó al humano cuanto amor tenía. Y se derritió la nieve en la claridad del alba.

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martes, 16 de junio de 2015

Mundos efímeros.






Cada día el viajero desdoblaba el mundo a su antojo, de su mirar brotaban palomas, etéreas masas de tierra que volaban junto al tren, costas abruptas de olas espumosas rompiendo en el azul, desiertos y bosques encantados. Desde la ventanilla se erigía en hacedor de mundos, y avanzaba seguro, dejándolo todo atrás. 

Al anochecer bajaba nuevamente al suelo de la realidad y tornaba a su miseria, la de un pequeño iluso varado en el andén, sin más afán ni rumbo que la noche oscura, sin más destino que la soledad. Y arrastraba otra vez, lúgubre y manso, el peso del alma ya vacía, hasta que por la mañana cambiase unas monedas por otro billete, y su indigencia por la creación. Suyo y solamente suyo era aquel mundo efímero, pero glorioso, que cada día entre estaciones, jugaba a inventarse desde el tren.



Mariaje López.



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lunes, 8 de junio de 2015

Relatámpagos




Me he inventado una palabra para los relatos hiperbreves de una sola línea, o como máximo dos. En mi imaginación ya la veo aceptada por la Real Academia (sonrío):

Relatámpago: Dícese del relato relámpago. 

Podría suceder incluso que el título fuera más largo que el relato. Aquí te dejo 7 de la casa. 

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EL DOLOR DEL TIEMPO

Los relojes dieron lágrimas en vez de horas, y el mundo se llenó de anfibios semihumanos.

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martes, 2 de junio de 2015

Una pegatina en el metro y una declaración de amor.



Cuando viajo en metro acostumbro a leer esas pegatinas de los vagones que muestran algunos párrafos de buena litertura española; raro ha sido que después de este aperitivo no me haya quedado con ganas de remendar el festín, pero hubo un día que recuerdo especialmente. Viajaba de pie, frente a la puerta automática, y junto a ella había una de esas láminas ilustradas que me dispuse a leer. La primera frase me entró directa como un cuchillo: era un fragmento de MORTAL Y ROSA, de Francisco Umbral.

Al escritor, ya en la cuarentena, se le murió su único hijo de leucemia, con seis años. Durante los doce últimos meses, mientras se despedía lentamente, Umbral escribió un diario, según la crítica el mejor trabajo de su vida y una de las obras maestras del siglo XX. No exageran. Después de leer aquel único párrafo salí del metro dispuesta a comprarlo. Tuve suerte; en la librería más cercana quedaba un ejemplar de bolsillo.






miércoles, 20 de mayo de 2015

Viajes Barrera, a la carrera.



Nuestra chapa insignia.



Tengo un amigo que, desde hace varios años, organiza excursiones temáticas y viajes para sus amigos. Éstos son tantos, que no sólo llena con ellos un autocar grande en un santiamén, además hay lista de espera con los que quieren y no pueden ir. El que no se espabila tiene que aguardar a la próxima ocasión, y no espabilar aquí significa a veces tardar un día en apuntarse. Por eso mi amigo es tajante en respetar el orden de inscripción. 

Bernardo tiene un apellido que no le retrata en absoluto: Barrera. Y digo que no le retrata porque he visto a pocos individuos tan echaos pa'lante como el susodichoTendría mucho que contar, pero vamos al asunto que nos ocupa; y que son estos viajes que pasa meses organizando, porque mover a sesenta personas sin ser profesional del ramo, y hacerlo bien, tiene su miga. No sólo mueve al personal: selecciona destinos de la geografía patria, busca los mejores hoteles en relación a su calidad/precio, negocia los presupuestos finales rascando todo lo que puede, consigue los guías más cualificados, elige unos menús espléndidos de ver y gustar, convence a los hosteleros de las ventajas de obsequiarnos con un chupito en la comida y otro en la cena. Si se niegan -que los hay-, insiste; encantadoramente, pero sin aflojar. La perseverancia de Bernardo es el azote del sector; si no lo consigue es porque ha dado con el mismísimo Harpagón.* 

miércoles, 13 de mayo de 2015

Ventanas.






Brillan al anochecer, como como párpados indolentes que destapan sus secretos, como pupilas que se vuelven ciegas para ser miradas.

Ventanas que fascinan, que inquietan, que conectan con mundos aleatorios y asiduamente propios. Contrapicados de lámparas, esquinas de estanterías y armarios, voces, músicas, siluetas. Ventanas, ojos de la casa, del hogar que nutre y preserva, o también —ay— del infierno más virgen.

Mi niñez desmochada buscando siempre el hogar amable, seguro, nido de rumores ocultos y de fuego amigo, templo donde el estrépito se arrodilla fuera, ante sus puertas.

martes, 12 de mayo de 2015

Amnesia.






Ponía tanto empeño en anularse, que su única esperanza era perder del todo la memoria para dejar de ser ella misma. Sólo siendo otra persona se daría licencia para reconquistar su identidad perdida.





Mariaje López.



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lunes, 20 de abril de 2015

Contra el cielo, reeditada, y también la crónica.





En Villa del Norte estalla un coche con cincuenta kilos de pólvora y tres personas dentro, dos hombres y una mujer. Los medios de comunicación difunden la noticia de que se trata de miembros del comando terrorista más sanguinario de la —así llamada— Organización. El padre de la joven muerta, un librero recientemente viudo de ascendencia judía, niega que su hija perteneciese a la banda, aunque para aumento de su desgracia las evidencias parecen incontestables. Tiene en su contra a una prensa ansiosa de carnaza, una sociedad enfrentada y unas conciencias acostumbradas al alimento predigerido. Pese a su gran dolor, se enfrenta a todos para limpiar el nombre de su hija y dejar clara su condición de víctima. Ignora la razón por la que ella estaba en ese coche, pero conocía a Ainara mejor que nadie, y eso le basta. 

A partir de aquí veremos desfilar a todos los arquetipos posibles de una geografía fragmentada, mucho más que por las ideas, por la violencia. 

jueves, 16 de abril de 2015

Palabras en el silencio.





Días de silencio y de mirar al cielo,
de tinta y papel ansiosos de caricias mutuas;
de miradas que bucean entre los pliegues de un verso.

Allí donde la inspiración campa sin censura ni arrogancia,
donde la memoria aviva su pálido regusto añejo.


Mariaje López

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lunes, 6 de abril de 2015

Entropía

















La copa quebrada nunca tornará a ser una,
y el vino vertido no ha de regresar.
El sol que te alumbra, fiel a su destino,
en su entraña de fuego se consumirá.

jueves, 26 de marzo de 2015

El interesante caso del ferrocarril que desapareció durante una hora.







El ferrocarril dejaba asomar apenas su esqueleto de costillas grises, oculto entre la nieve algodonosa que se fundía lentamente bajo un sol imbatible.

En la estación de Indolence se congregaba aquel día un nutrido grupo de excursionistas que pretendían pasar el día festivo en los museos y bares de Caoslan, la gran metrópolis, y los viajeros se aproximaban al borde del andén, tensando el cuello para escrutar la lejanía impoluta del inmenso valle, tras lo cual, se apartaban frotándose las manos al calor de su aliento. 

—Viene con retraso.

—Con semejante nevada, ¿a quién extraña? 

Una voz femenina anunció por megafonía que el tren con destino a Caoslan efectuaría su entrada en la estación en breves minutos. En los andenes se escucharon exclamaciones y palabras de alivio. Una joven mujer extrajo a su bebé del cochecito, en tanto que su acompañante, un tipo fornido de baja estatura, plegaba el vehículo. A su lado pasó un hombre de pelo rizado y barba gris, ataviado con un abrigo negro, algo raído. Sostenía una carpeta preñada de folios.

—¡Versos, señoras y señores! ¡Versos por la gracia de unas monedas!

—Es el poeta —dijeron los del fondo con cierto desdén. El poeta era un pasajero asiduo de los vagones, y por tanto bien conocido por los usuarios.

Escucharon el familiar sonido que confirmaba la inminente llegada, y acto seguido vislumbraron la forma trapezoidal de la locomotora agrandándose mientras se acercaba. Entonces ocurrió algo sorprendente: el tren, y no solamente el tren, sino también las vías, desaparecieron; se esfumaron ante la mirada perpleja de los viajeros. En su lugar se extendía una llanura virgen, cuya intacta blancura desafiaba la lógica.

Tras las exclamaciones primeras, reinó un silencio absoluto. Muchos creyeron estar soñando; otros, sobrecogidos, apenas lograban reaccionar en modo alguno. Un joven se apartó los auriculares y gritó, como única respuesta a lo desconocido. Le imitaron dos mujeres a las que siguió un viejo al que secundaron muchos, lo que desató el caos. Unos pocos intentaban calmar a los histéricos, esgrimiendo hipótesis de lo más peregrinas: extraterrestres, cámara oculta, experimentos militares, segunda venida de Cristo, fin del mundo... Alguien habló de poner una reclamación. 

La misma voz que anunciara la llegada del tren, ahora, con perceptible confusión, intentó poner orden. 

—Ferrocarriles del Norte lamenta el incidente. En cuanto nos sea posible informales de lo sucedido, lo haremos. Estamos recabando datos. Les adelantamos que la causa es totalmente ajena a nuestra organización. Rogamos mantengan la calma. Disculpen las molestias. 

Tales palabras no consiguieron sino aumentar el nerviosismo general. Las protestas elevaron el tono, pero nadie se movió de allí. Aquello era demasiado intrigante para quedarse a medias. En los siguientes cincuenta minutos no sucedió nada, salvo la repetición intermitente del mensaje oficial, y las elucubraciones cada vez más enrevesadas. Al cabo de este tiempo las vías reaparecieron, así como el tren, que continuó acercándose a la estación desde el punto en que lo había dejado.

La muchedumbre se apresuró a tomar posiciones en el borde del andén, devorados por la ansiedad.

—Ellos nos contarán lo que ha pasado —se repetían unos a otros, ahítos de curiosidad.

—¡Sí, sí! ¡Ellos tienen que saberlo!

Examinaron con avidez los cristales de las ventanillas mientras pasaban veloces ante ellos. Con un silbido largo el tren se detuvo. Los vagones, por costumbre abarrotados, estaban vacíos. 

Un terror repentino sobrecogió las almas. En medio de un silencio gélido se abrió la puerta de la cabina de mando, y asomó por ella una cabeza tocada con una gorra. Le siguió el cuerpo, que se intuía delgado a pesar del grueso anorak azul desvaído que lo cubría. El maquinista se quedó en el primer escalón para que todos pudieran verle, y levantó la mano izquierda, en la que sostenía un megáfono. Sus facciones amables desentonaban con las de su público. Consciente de la expectación se dispuso a tomar la palabra.

—Estimados amigos: están todos invitados a subir a este tren. Como cada día.

Los oyentes se miraron extrañados. Aquel hombre estaba loco, sin duda.

—Sí —prosiguió—, ya sé que no tienen noticia de ello. Es natural porque quien se queda en el andén lo olvida todo; y así sucederá también esta vez. Quien no suba a este tren hoy olvidará su existencia. Pero no hay que preocuparse amigos míos, mañana les llegará de nuevo la oportunidad. Mi consejo, si se me permite, es que no la pierdan. 

—¿Y cuál es el destino de tan raro transporte? —El maquinista sonrió y volvió a acercarse el megáfono. 

—Este tren, señoras y señores, tiene como destino la Sabiduría. Ni más, ni menos. —Un nervioso murmullo generalizado recorrió la estación. 

—¡Sí, sí! Así es. Todo el que suba a bordo y prosiga el viaje la obtendrá seguro. Más…

—¡Hable, hable!

—Más esto trae una consecuencia. 

—¡Déjese de rodeos y hable de una vez! —gritó un señor irritado.

—Eso, explíquese: ¿qué consecuencia es esa? —inquirió otro con gafas y bigote, rechoncho y tripudo. 

—¡Ah, señor mío! Que nunca podrá regresarse al estado de ignorancia. —Hizo una pausa, ya que estaba acostumbrado a las peores reacciones ante semejante oferta— El billete no cuesta nada, señoras y señores. Es completamente gratis. 

Hubo silencio. El maquinista inspeccionó el andén, y haciendo como si en verdad esperase una respuesta entusiasta, preguntó:

—¿Cuántos se atreven?

Nadie se movió del sitio ni abrió la boca. Algunos endurecieron el gesto, pensativos. 

—Yo voy.

La voz llegaba desde el fondo. Todos volvieron la cabeza: era el poeta. Éste se guardó el bolígrafo y apretó contra el pecho su carpeta de folios. Los otros le abrieron paso, admirados los necios, envidiosos los cobardes. Apenas entró en el vagón, el poeta comprendió el porqué de ambas cosas. La promesa no tardaba en empezar a cumplirse, pensó.

—¿Alguno más? -insistió el maquinista. 

El hombre bajó el megáfono y sonrió con tristeza.

—Siempre puede más miedo —murmuró para sí. Se descalzó la gorra y la agitó en el aire. —¡Disfruten de su día!

Se despidió amablemente y desapareció en el interior de la cabina, momentos antes de que se cerrasen las puertas del tren. Todas las puertas. 

Un segundo después los viajeros habían olvidado todo lo acontecido en la última hora. Ni siquiera el reloj de la estación, o el de ningún otro viajero delataba el lapsus de tiempo. El tren de Caoslan llegó a la hora prevista, y nadie entonces, ni muchos años después, reparó en la desaparición del poeta. 


Mariaje López ©


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lunes, 16 de marzo de 2015

La exclusiva de Salvador.


La exclusiva del Asesino. Foto de portada: Maibi Marisa Bilbao. 



Si buscas en una librería la novela de Salvador Robles Miras, "La exclusiva del asesino", puede que la encuentres en la sección de novela negra. Una observación atenta te revelará quizá que no se siente muy cómoda en su estante; la pupila de su caracol vigilará con inquietud peregrina la sección vecina de filosofía. 

Está donde está porque esconde un crimen pronto al destape, y policías que seguirán pistas falsas que darán de remate con las verdaderas. Pero el asesinato es sólo una excusa para contarte otras cosas, esas tan difíciles de rastrear, o más, que las huellas de un opaco crimen

lunes, 9 de marzo de 2015

Rencores y Catarsis.






Hoy ha sido un día extraño: hoy se me ha caído el rencor. 

Para mí ha sido un misterio, porque llevaba años persiguiéndolo. Ahora sé que no lo intentaba de veras porque creía, sin asumirlo, que el rencor era un escudo. Me acuerdo de un sabio que decía algo así como que de poco sirve el esfuerzo para desterrar creencias, ya que éstas se disuelven solas en la comprensión. 

Comprender es más que saber; es ir más allá de la consonancia intelectual. La consonancia intelectual sabe que fumar es perjudicial para la salud, por ejemplo. Sabe, pero no comprende el total alcance y sigue fiel a su conducta viciada. Pero si además de saber comprende, deja el cigarrillo sin ningún esfuerzo, es como si se le cayera de la mano inadvertidamente; conozco un par de casos que sirven de ejemplo a lo que digo. El sabio al que me refería era Krishnamurti; y tenía razón. 

viernes, 27 de febrero de 2015

Carl Sagan. PARTE 2: Cosmos. (Un viaje personal).


¿Qué es el cosmos?

Carl Sagan nos lo dice en la primera frase del primer capítulo de COSMOS:

"El cosmos es todo lo que es, alguna vez fue o alguna vez será".

Y prosigue: 

"La contemplación del cosmos nos perturba. Sentimos un hormigueo en la espina dorsal, un nudo en la garganta, una vaga sensación, como si fuera un recuerdo lejano de que nos precipitamos en el vacío. Sabemos que nos estamos acercando al mayor de los misterios". 





Arrancamos con el tema insignia de Cosmos: Heaven and Hell (Parte 1) de Vangelis. Cuando esta música sonaba en el televisor, yo lo había dispuesto todo para no tener que moverme del sofá durante la hora siguiente. Esto ocurría una vez a la semana, en horario estelar de noche, justo después del telediario de las nueve. La primera cadena de Televisión Española le había echado mimo a su adquisición; tanto, que eligieron con cuidado al actor que doblaría a Sagan, y hasta le buscaron un asesor técnico para ayudarle, pues nunca se habían enfrentado a un reto como aquel. El mejor especialista que encontraron era un jesuita, dato curioso en una serie tan agnóstica como la que nos ocupa. En el décimo episodio se plantea la supuesta autoría de la creación: 

jueves, 19 de febrero de 2015

Carl Sagan. PARTE 1: La persistencia de la memoria.







En el año 1977 Tony Leblanc nos dejó con cara de lelos ante el televisor, mientras él pelaba tranquilamente, y se comía, una manzana en el escenario. Tres años después -cinco en España-, hubo alguien que nos sorprendió más si cabe utilizando otra manzana en un plató. Todavía me emociona verle explicando la cuarta dimensión con la ayuda de dicha fruta y unos cuantos recortes de papel. Comenzaba la década de los 80 y yo tenía 25 años cuando descubrí el COSMOS de la mano de un auténtico explorador de lujo: Carl Sagan. Nunca antes me habían invitado a un viaje tan fantástico y tan real al mismo tiempo; tan inconmensurable, hermoso y emocionante. Un viaje donde se entrelazaba la ciencia con la ética y la poesía. Aquel inmenso comunicador, aquel ser humano único lo hizo posible.  

Acompáñenme...


domingo, 15 de febrero de 2015

El Mayor Bien.




El mayor bien al que un ser humano puede aspirar en la vida es la PAZ.

Sin ella de poco valen la alegría, las riquezas o el amor. Muchos piensan que el amor es lo supremo, pero ¿qué es el amor sin paz? Algo hermoso ciertamente, pero que pronto se quiebra y recompone en otras cosas que bajo apariencia de amor, no lo son.

¿Y cuánto dura la alegría sin paz? Es una criatura nacida antes de tiempo que precisa de atención asistida.

Si te alcanza la paz, puedes sobrellevar las demás carencias. Por ello la paz es el estado perfecto.

Quizá por eso se la deseamos a los que marchan; no les decimos descansa en alegría, o descansa en amor. Les decimos: descansa en paz.

Yo no creo en otras vidas; por eso anhelo poseer aquí esta gran bendición, y la valoro por encima de todo lo demás, sabedora de que si me acompaña puedo soportarlo todo. Tanto es así que de tenerla garantizada no le tendría miedo a nada.

Te preguntarás por qué estoy tan segura.

Pues verás:

Sólo he sido completamente feliz en aquellos momentos en los que he experimentado una paz completa.

Permanece si lo deseas en la quietud de esta casa. Siéntete en paz.





Mariaje López.
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martes, 27 de enero de 2015

¡Sálvame!




Un día, hace unos años, recibí en mi teléfono un mensaje acuciante de alguien muy cercano que decía:

"Lo tengo todo preparado para suicidarme. ¡Por favor, SÁLVAME!

Con el corazón desgarrado y anegada en lágrimas respondí:

"Si tu salvación dependiera de mí, hace mucho tiempo que estarías salvado. Desgraciadamente tu salvación no está en mis manos, sino en las tuyas. De lo que decidas hacer, tú eres el único responsable".

No se quitó la vida. Tampoco puede decirse que se salvara; eso es algo más que no matarse. 

A veces la realidad es salvaje; a veces salvadora. Como una cuerda, sirve para afianzarse y escalar, o de lazo para la horca. Depende de cómo decida usarse.






Mariaje López.
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viernes, 23 de enero de 2015

Memorias de un sofá.




Llevaba algunos años separada. Era el primer mueble que yo compraba sola: sola lo busqué, sola lo elegí, y sola lo pagué. Era un sofá corriente, pero robusto. Nos entendimos bien desde el principio.

Llegó a casa oliendo a nuevo, con sus tres cojines rojo granate, regalo de la tienda. Desde entonces ha contribuido a hacer mi vida bastante más confortable. Por aquellas mismas fechas, algunos años antes de conocerle, el hombre de mi vida estaba comprando las sillas de su comedor con idéntico tapizado; exacto hasta en el color, y eso que había seis tonalidades a elegir si no recuerdo mal. Obra del azar desde luego, pero encantadoramente profético. 

Mi sofá y yo hemos vivido muchas cosas juntos: tantas y tantas horas de intimidad creativa, largas meditaciones, hallazgos deslumbrantes, soledades buscadas, compañias encontradas, sustanciosas lecturas, lágrimas surtidas, felicidades plenas, diarios escritos y olvidados, esperanzas rotas y cumplidas, palabras dichas y escuchadas, arrullos con los gatos, risas, siestas, abrazos, proyectos, adioses y besos. Él lo sabía todo de mí, y yo en ningún otro sitio me encontraba tan cómoda. Y así un día me dí cuenta de que nos habíamos convertido en cómplices. 

Una vez entraron a robar en casa. Mientras esperaba a la policía y a un cerrajero que me abriese la puerta, yo imaginaba a mi discreto amigo acuchillado; sabía que a veces los ladrones lo hacían, no sé si de pura rabia. Confieso que esa visión me angustiaba más que ninguna otra pérdida. Al entrar fue donde primero acudí, y respiré aliviada al comprobar que no había sufrido daño. 

Podría quedarse vacía la casa, y eso me apenaría; podrían llevarse todos los demás muebles, y sería un pequeño desastre. Pero este sofá acumula tanta historia, que si quedara él solamente entre las cuatro paredes, mi casa seguiría siendo mi hogar.


Mariaje López.
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