Tristeza infinita por una vida perdida. Por varias. Por tanto sufrimiento y dolor. A veces llanto amargo, desesperado. A veces silencio profundo como la muerte. Llanto por la pérdida anticipada, antes del final definitivo. Llanto por lo que no supimos comprender de esa pérdida.
Pero estamos aquí y no podemos desandar lo andado ni cambiar las cosas que no dependen solo de nosotros. No entendemos nada, pensamos que nuestras vidas son un despropósito, y queremos rendirnos, abandonar.
Y ahora aquí estamos: estamos aquí, con todo nuestro legado a cuestas. Huyendo del dolor que no deseamos, y encontrándonos con él a cada paso. Llorando por todo lo que perdimos y lo más terrible, sabiendo que aunque pudiéramos volver atrás, quizá las cosas no cambiaran demasiado. Ese es nuestro gran miedo.
Estamos aquí, suplicantes; inconscientes de lo que de verdad pasa. Estamos aquí, y a veces no podemos soportarlo.
La única salvación es mirar hacia delante, como alternativa a la sinrazón. Acoger cuanta belleza y dicha la vida nos entregue; estar atentos, empaparnos de compasión y recibirte, Paz, con honores de reina.
Bienvenida seas.
Cuando llegues, nos encontrarás esperándote como el artista a su musa. Nuestras manos se han llenado de compasión y lágrimas, y por ahora, ésas son las flores que tenemos para arrojar a tus pies descalzos. Bienvenida seas, Paz, y cuando nos alcances, no camines tan deprisa que no podamos seguirte.
Todo lo que perdimos ha de ser llorado, y todo lo que nos traigas bendecido.
Estamos aquí, implorantes; y podemos hacer dos cosas: hundirnos lentamente en el Magma Oscuro, sin perdonar ni perdonarnos, o salvar todo lo que se pueda.
O la voluntad de vivir contigo o el empeño de morir en vida.
Mariaje López
Tu escritora personal por Mariaje López se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial.