miércoles, 28 de junio de 2017

Oración a la Paz




Tristeza infinita por una vida perdida. Por varias. Por tanto sufrimiento y dolor. A veces llanto amargo, desesperado. A veces silencio profundo como la muerte. Llanto por la pérdida anticipada, antes del final definitivo. Llanto por lo que no supimos comprender de esa pérdida.

Pero estamos aquí y no podemos desandar lo andado ni cambiar las cosas que no dependen solo de nosotros. No entendemos nada, pensamos que nuestras vidas son un despropósito, y queremos rendirnos, abandonar. 

Y ahora aquí estamos: estamos aquí, con todo nuestro legado a cuestas. Huyendo del dolor que no deseamos, y encontrándonos con él a cada paso. Llorando por todo lo que perdimos y lo más terrible, sabiendo que aunque pudiéramos volver atrás, quizá las cosas no cambiaran demasiado. Ese es nuestro gran miedo.

Estamos aquí, suplicantes; inconscientes de lo que de verdad pasa. Estamos aquí, y a veces no podemos soportarlo. 

La única salvación es mirar hacia delante, como alternativa a la sinrazón. Acoger cuanta belleza y dicha la vida nos entregue; estar atentos, empaparnos de compasión y recibirte, Paz, con honores de reina.

Bienvenida seas. 

Cuando llegues, nos encontrarás esperándote como el artista a su musa. Nuestras manos se han llenado de compasión y lágrimas, y por ahora, ésas son las flores que tenemos para arrojar a tus pies descalzos. Bienvenida seas, Paz, y cuando nos alcances, no camines tan deprisa que no podamos seguirte.

Todo lo que perdimos ha de ser llorado, y todo lo que nos traigas bendecido.

Estamos aquí, implorantes; y podemos hacer dos cosas: hundirnos lentamente en el Magma Oscuro, sin perdonar ni perdonarnos, o salvar todo lo que se pueda. 

O la voluntad de vivir contigo o el empeño de morir en vida. 


Mariaje López

Tu  escritora personal por Mariaje  López se encuentra bajo una Licencia  Creative Commons Atribución-NoComercial.

5 comentarios:

  1. El viento de hoy le dará un empuje grande a las nubes para que el cielo vuelva a ser azul y para que de nuevo aparezca el calor de la vida. Un abrazo grande, querida amiga.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias querido Manuel. Estoy convencida de lo que dices. Un abrazo enorme.

      Eliminar
  2. “Es lo que nos toca”, decimos. Pero la verdad es que la realidad en muchas ocasiones es dura, dura realidad que nos cuesta admitir y aceptar como es. ¿A quién no le cuesta aceptar la enfermedad, un accidente, perder el puesto de trabajo, aguantar una mentira que se ha cernido sobre nosotros?

    Mi abuela decía: “Es que estamos hechos de barro, mi niño y cada vez que tropezamos algo de nosotros se estropea”

    Sí. Que hay que aceptar las limitaciones y errores, de acuerdo. Pero ¿no será eso una comodidad? ¿No hay cosas que podemos cambiar
    Ahí tenemos a tantos jóvenes apretando los codos para poder tener una titulación universitaria que les de algo de seguridad para mañana. Sí, hay realidades negativas que sí podemos y debemos cambiar. Y, aceptando lo que no se puede cambiar, somos libres para hacer un mundo mejor, donde mejore el trabajo, la justicia, la salud, la educación, el respeto a la diversidad, la defensa de los derechos humanos, la libertad, la ecología, la vida en suma. (Párrafos del post de mi blog de ayer uniéndome a tu tarea por la paz

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Esteban, por trasladar aquí esos párrafos que cuadran tan bien a este post. Yo hablo aquí de la paz personal, individual, pero una segunda lectura también se ajusta, por lo que veo, al concepto de paz universal.
      Un abrazo enorme.

      Eliminar