Paseando esta mañana junto a la valla de un
colegio a la hora del recreo, escucho la algarada, similar a la que emiten los
cientos de pájaros que al declinar el día, se recogen en las copas de los
árboles.
A esta semejanza de ruidos y sujetos —niños
jugando y pájaros—, bien podría achacársele algún parecido con la libertad: las
aves son símbolo de ella, y en los niños muy pequeños por lo general todavía no
ha sido cercenada.
Esto me lleva a hacerme otra pregunta: ¿Es la
libertad ruidosa? Probablemente sí, ya que para acallarla —y derruirla— se
inventaron las mordazas.
Mariaje López.
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