viernes, 27 de diciembre de 2019

-6- Serie de relatos "Obras de la pintura". REDENCIÓN


El jardín del Edén, de Briton Rivière

REDENCIÓN


Sophie lo intentó todo para que su querido amigo Gilbert abandonara su empeño en autoaniquilarse. Durante los paseos que asiduamente  daban por el Bosque de Vincennes, ella trataba con toda su alma de hacerle recapacitar. Pese a su insistencia, procedía con tal delicadeza que lejos de provocar hastío o rechazo en el joven, lograba conmoverlo por el afecto incondicional que le demostraba, y que sentía inmerecido, ya que la decepcionaba constantemente al no reunir las fuerzas necesarias para llevar a cabo sus prudentes consejos. 

domingo, 22 de diciembre de 2019

-5- Serie de relatos "Obras de la pintura". LA HORA AZUL


Tarde en Cape Cod, de Edward Hopper

LA HORA AZUL


En la hora azul todo es espera: espera el tiempo, ajeno a las leyes naturales. Loki corretea nervioso meneando el rabo, atisba a lo  lejos y espera. Jhon lo reclama ofreciéndole arrumacos y juegos, extiende la mano hacia él y espera. Yo los miro sin verlos y espero. La puerta cerrada espera abrirse, la casa vacía espera llenarse. Espera el árbol a los pájaros y la noche espera a la luz. 

jueves, 19 de diciembre de 2019

-4- Serie de relatos "Obras de la pintura". COSTUMBRES


Homicidio en casa, de Jakub  Schikaneder


COSTUMBRES

        
En el callejón de fachadas sucias solo se escuchan las imprecaciones de él, palabras soeces dichas a gritos. Son preguntas que no esperan respuestas, ni las piden; sentencias disfrazadas de preguntas, retóricas que no admiten recurso. Nadie sabe en el vecindario cuál es el pecado que justifica la ira. De ella les consta su dulzura, su timidez, su sonrisa de otoño prematuro. Se han acostumbrado a verla con moratones en los brazos, los labios partidos, las cojeras transitorias. Hace meses que no escuchan sus tímidas protestas, ni siquiera sus llantos. ¿Quiénes son ellos para meterse en las cosas de un matrimonio? Al fin y al cabo un marido tiene sus derechos.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

-3- Serie de relatos "Obras de la pintura". RUPTURA


Retrato de un artista. (Piscina con dos figuras), de David Hockney

RUPTURA


"Ahí estás, como siempre, espectador infeliz, sin moverte del lugar que juzgas seguro, más o menos cómodo, sin atreverte a la desnudez, sin arriesgarte al impacto del frío momentáneo en tu piel. Resultas patético, rodeado de tanta belleza y ajeno a ella. Cabizbajo, porque así te tiene tu miedo de lanzarte al agua en la que nunca aprenderás a nadar. Sé que me observas con envidia. 

martes, 17 de diciembre de 2019

-2- Serie de relatos "Obras de la pintura". VOCACIÓN



Caminante sobre el mar de nubes,
 de Caspar David Friedrich


VOCACIÓN


Cierto que más de la mitad de su vida transcurrió entre lágrimas; cierto que todavía quedaban parcelas anegadas de sufrimiento. Mirando en derredor, percibía la miserable existencia que arrastraban muchos, y recordaba que por largo tiempo, fue también la suya. Pero el destino, que a veces es consecuente, le retribuyó un día el saldo del que le habían hecho merecedor sus desgracias. 

lunes, 16 de diciembre de 2019

-1- Serie de relatos "Obras de la pintura". EL REGALO



Reunión by Andrea Kowch

EL REGALO


Jacqueline contempló el paisaje que quedaba atrás, adivinaba que por última vez, y dejó que su mirada se nublara más allá de los contornos del departamento del vagón en el que viajaba. El automóvil que circulaba por el camino paralelo al tren se detuvo a los pocos kilómetros de abandonar la estación. Era el adiós definitivo, al pisar el freno, todos los lazos de Jacqueline con la ciudad se habían deshecho.
Tras de sí la mujer dejaba cerrado un capítulo de su vida, tan bello en sus principios como trágico en su final. 
Jean Paul estaba muerto, y junto a su nota exculpatoria que declaraba aquel acto como como suicidio, se encontró una pequeña caja de cartón acompañada de un sobre para ella con una carta manuscrita: 

domingo, 15 de diciembre de 2019

Tosca vegana (Microrrelato)


Imagen: Depositphotos.com



Las entradas se agotaron a las pocas horas de ponerse a la venta. Ningún aficionado a la ópera quería perderse el estreno de Tosca en la ciudad, ya que el papel principal sería interpretado por la máxima estrella del momento, la gran Maruaya Palas. La diva, además de famosa por su portentosa voz, lo era por su deficitaria visión, que se acentuaba en escena y demás apariciones públicas al tener que prescindir de los lentes, de considerable aumento, que usaba en la intimidad.
***

jueves, 14 de noviembre de 2019

Por una vida mejor


Imagen: pasionporvolar.com


Al salir algo extraño llamó su atención. Eran unos pies que asomaban por la esquina del porche. No era la primera vez que un vagabundo dormía en el jardín, la verja estaba muy baja y no era difícil saltarla. No obstante cogió la llave inglesa antes de acercarse. Al ver la tapia salpicada de sangre se asustó de verdad. 


miércoles, 13 de noviembre de 2019

Indiferencia





Lo ignoraba todo acerca de sí mismo. No recordaba su edad, ni su nombre, ni por qué se veía obligado a permanecer siempre anquilosado en la misma postura erecta, con la garganta muda y los ojos abiertos sin pestañear.

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Selfie





La deseaba cada día más. Miraba las paredes del cuarto, tapizadas con su imagen, y soñaba cómo sería besar aquellos labios perfectos, la piel de caramelo, los senos rotundos. 

Veía todos sus vídeos, la seguía en Instagram. Examinaba las fotos que publicaba, cada día un selfie, buscando allí alguna pista donde encontrarla. Pero ella tenía cuidado, solo mostraba primeros planos de su cara. 

jueves, 3 de octubre de 2019

La búsqueda


Imagen: Grigory Bruev
            
La búsqueda continúa. En verdad empiezo a creer que jamás tendrá final, quizá como consecuencia de no saber muy bien qué busco. Hasta que lo encuentre, mi existencia deambulará a la pata coja. 

Lo que busco está en el aire más puro de mi respiración. Está tan cerca que no lo veo. Y entretanto aquí estoy, en este pantano del que no acierto a salir, asfixiándome con sus vapores fétidos. El barro me llega casi hasta el corazón, y no acierto a ceñir la cuerda que me sacará de aquí. Cada minuto que pasa me hundo más y más. 

miércoles, 2 de octubre de 2019

Galopando


            
Heroína./Foto: LVC


A Jaume lo encontraron sentado en la taza del váter de un servicio público estrecho y mugriento, con los ojos azules entornados bajo el penacho largo de su flequillo rubio. La mano derecha colgando flácida entre las rodillas, una jeringuilla sucia pinchada en la vena cubital de su antebrazo izquierdo. Fue el día de su vigésimo séptimo aniversario. 

martes, 1 de octubre de 2019

La momia de don Sinasún

Imagen: pinterest.com.mx


Cuando Inma, la viuda de Benito, iba a ser enterrada en la tumba familiar junto a su marido, fallecido cuarenta años atrás, descubrieron que el cadáver del hombre estaba incorrupto. Por tanto, ella no pudo ser enterrada allí, porque —informaron a los familiares—, “La legislación vigente impide que se toque, mueva o traslade un cadáver momificado”. Finalmente la esposa fue incinerada. 

domingo, 29 de septiembre de 2019

Extramundo



   
Imagen: Dreamstime
        

Desde el extramundo mira cuanto ha dejado tras de sí. Sin deseos ni miedos, sin euforia ni disgusto contempla cómo el mundo continúa su ritmo sin su presencia. El mundo, que tantas veces sintió a sus pies, latiendo bajo los escenarios de un sinfín de ciudades. Sobre esas tablas vivió media vida, le dieron lágrimas y risas a cambio de su pasión, de su sudor. Grande en un país que no perdona a los grandes, lastrado por la envidia, el más adefesio y letal de los pecados, aunque muchas otras personas lo amaron, mientras aquellas se dedicaban a emborronar su nombre. Legión de judas de titulares amarillos, llamados rosas, mejor o peor pagados. 

lunes, 16 de septiembre de 2019

Entrevista en La Galería, de Radio Euskadi



El pasado sábado, la gran Teresa Yusta y yo estuvimos charlando un rato sobre creatividad, en el programa La Galería, de Radio Euskadi. Aquí dejo el corte.




Manos


Imagen: Freepik

Acaricias mi mano en silencio, con tus manos surcadas de venas cabalgando en un desierto de arrugas agrietadas.

Acunas mi mano entre las tuyas, pegando un sello de melancolía en el gesto. Sientes hoy un poco más cerca la despedida, y aprietas esa otra mano que creció contigo y a tu amparo.

sábado, 14 de septiembre de 2019

Intro


Q Train’ – Nigel Van Wieck


Ya no hace falta cerrar los ojos para divisar abismos. Basta caminar despierto con los pies atados, para caer en el vértigo infinito de un segundo estancado. 

Apenas quedan líneas puras en el paisaje. Todo se contorsiona en un amasijo de alambres oxidados. 
Solo la luz vespertina calma las horas en un instante fugitivo del tiempo e infiernos ambulantes. 

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Lagartijas. (Una historia real)



Imagen: https://knowi.es/


Me gustaba el colegio, claro que sí, pero aquellos largos veranos de la infancia, con sus dilatados días que siempre me regalaban alguna nueva experiencia, me gustaban todavía más. 

Teníamos una casa de planta baja, con un patio grande ajardinado que casi la rodeaba. Mi madre lo tenía lleno de plantas y árboles —los tiestos se contaban por centenares—, y mi padre, albañil de profesión, cada vez lo iba dejando todo más bonito con sus retoques. Hizo un estanque en el jardín, y lo bastante grande para que pudiésemos darnos en él algún que otro chapuzón. 

lunes, 9 de septiembre de 2019

En el bosque

Imagen: Pixabay



Caminas en el bosque solitario, vas descalzo. Te persigue tu dolor, vestido de blanco puro. Cansado de huir, te detienes, y le espetas a bocajarro:

—¿Hasta cuándo me perseguirás?

—Hasta que me comprendas y no huyas de mí.

domingo, 8 de septiembre de 2019

Aforismos sobre la verdad, la mentira, y su versión a medias









No hay nada que destruya tanto como una verdad a medias, porque olvidamos que es una medio mentira.

En una verdad a medias ésta nunca sobrevive, pues la sacrifica su melliza media mentira, hambrienta de notoriedad.

sábado, 7 de septiembre de 2019

Añoranza



Imagen: Pixabay

Retazos de luz intermitente, a la búsqueda insaciable de las sensaciones perdidas de la infancia. Postales guardadas en la memoria, un ángulo de habitación, hojas de recortables dispersos sobre la alfombra, un jardín preñado de misterios y refugios. Imágenes que un día tras otro resbalan entre mis duermevelas, caricias leves que huyen presurosas. 

viernes, 6 de septiembre de 2019

Algo de mí





Produce una sensación extraña escuchar que una parte de tu cuerpo va a ser tirada a la basura, pero eso mismo fue lo que me dijo el cirujano al mostrarme la radiografía de mi antebrazo tras dos visitas al quirófano.

—Cuando vi el estado del hueso comprendí que no había sido fractura, sino estallido del radio. No sabía qué hacer. Lo más fácil hubiera sido tirar toda esa infinidad de pequeños fragmentos. —Señaló con el bolígrafo una zona de la placa y prosiguió—: ¿Ve todos esos trocitos de hueso alineados? Están ensartados a la placa como las cuentas de un collar. Decidí coserlos con hilo de sutura.

No supe qué decir. El doctor me advirtió:

viernes, 30 de agosto de 2019

Un puente estrecho





Tenía que cruzar el puente. Mi vieja casa estaba al otro lado de la construcción estrecha y quebradiza, sobre cuyos tablones apenas podía caminar una persona agarrada a las cuerdas de las altas barandas laterales. Yo lo cruzaba sin miedo, afianzando el paso.

Aquel día, cosa inusual, vi que un hombre se acercaba desde el otro lado. Cuando estuvo a pocos metros frente a mí, aprecié sus grandes proporciones. Me saludó, mostrándome una amplia sonrisa. Yo respondí cortés al saludo, tras lo cual dije:

jueves, 29 de agosto de 2019

Perseguido






Antes de salir a la calle, espió, como cada día, tras los visillos. Nadie vigilaba el portal. Es decir, parecía que nadie vigilaba, porque él sabía que estaban ahí, esperándole. Le seguían a todas partes, ineludiblemente, desde hacía años. Cuando caminaba escuchaba los pasos a su espalda, y era obvio que le seguía más de una persona, y quizá más de dos. ¿Qué pretendían obtener de él con tanta insistencia? Sin embargo, aún no le habían abordado. 

La muerte del pensamiento





Un hombre viejo sentado frente a una mesa inmensa, rectangular. Sobre la mesa las palabras amontonadas en gran número, son observadas en silencio por el hombre. Su mirada se ha detenido en una; alarga la mano, la engulle, eructa. La palabra no volverá a ser dicha, ni pensada. La entierra el olvido.

Pasa un día.

La Soberbia y la Ira





—Ni yo soy tan mala como dices, ni tú tan buena como te crees —espetó la Ira .
—Es verdad que ni yo me creo tan buena como presumo, como tú en el fondo no te crees tan justa como pretendes. Aplaca tu furia insensata —replicó la Soberbia.
—Yo aplacaré mi furia cuando tú ablandes tu corazón.

Ternura nonata





La ternura esperada,
la ternura malquerida,
la que no quiso ser,
la que fue vencida.

La ternura marchita,
la ternura desvalida,
la que murió sin nacer,
la que pereció en la criba.


Mariaje López©Tu escritora personal por Mariaje López se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial.

viernes, 2 de agosto de 2019

Cristal adentro


Foto: Mariaje López


Silencio tras el cristal adentro, fuera la luz decae, los pájaros se recogen en la arboleda, llegan los apagados trinos a mi refugio de sueños. Descansa la mirada en lo mirado, la paz en el hombro como un pájaro herido, leal a la llamada constante. 

martes, 23 de julio de 2019

Un burro de goma

Imagen: CNN


Margarito no mide más de un palmo y tiene roída la punta de la oreja izquierda. Su cuerpo de color vainilla es de goma semidura, gruesa, más en las patas que en el lomo, sobre el que lleva unas alforjas de color púrpura. 

La pequeña Ketxu nunca lo tiene muy lejos, es su compañero de juegos desde que ella empezó a corretear a solas por el patio enlosado. Margarito en la mesa, entre las macetas, en el alféizar, bajo las sábanas o sobre la almohada, pocas veces en el baúl, mezclado con el resto de juguetes, casi siempre en manos de la niña, vigilado y vigilante. Otros juguetes se rompían, más pronto que tarde, mientras por Margarito pasaban los años sin dejarle más huella que una pátina satinada en la superficie. 

jueves, 18 de julio de 2019

En segunda persona


Imagen PxHere


¿Estuvo siempre tan lejos?

Quieres pensar que no te engañaste cuando lo consideraste luz en la tarde cálida. Entonces lo le creíste capaz de lecturas pérfidas, de no haberte leído más que a medias y con las gafas viejas de dioptrías caducas. 

miércoles, 17 de julio de 2019

De Julia y la guillotina, de Jonathan Allen


Portada de Julia y la guillotina by Jonathan Allen 


Las primeras historias de fantasmas que recuerdo son las de Edgar Allan Poe, y las de Lovecraft, si bien el encuentro inicial no fue con los textos originales, sino con su versión en cómic. 

Mientras retuve creencias en otra vida, temí a los fantasmas. Cobraban forma entre las sombras de las habitaciones oscuras de mi adolescencia, alimentadas por los relatos clásicos y mi imaginación. Perdida la fe en el alma inmortal, cauterizó el temor a las visitas desde el más allá, lo cual no me impide seguir disfrutando de ese juego literario que conforma un género en sí mismo, y del cual la historia de la literatura se nutre con memorables obras. 

La pulsión del océano



Fotografía: TimHill


Dedicado a Amparo Álvarez Reguero (Alma), poeta canaria. 


Su alma era vieja, como de haber vivido varias vidas. Vieja de tiempos, no de aliento vital. Ya antes de nacer escuchaba el canto del mar en su seno profundo, entre los latidos dulces de los días sin luz. Luego, ya en el mundo, nunca dejó de oír la llamada urgente, los miles de millones de átomos parlantes en noches líquidas de incansable vaivén. Y nadaba mar adentro, envuelta en el murmullo eterno, rompiendo con él en gritos amantes, abiertos en comunión a la pulsión de la vida. 

domingo, 7 de julio de 2019

Que no me falte




Que no me falte el valor de mirar el último rincón de mis moradas, que el miedo no impida desplomarse a los harapos colgados de mis ojos, que no tenga misericordia para desnudar las mentiras con que acicalo mi espejo. 

No me ha de matar la verdad, me sentenciará la herida de su mordaza. 

sábado, 6 de julio de 2019

Buscadores de néctar



Cuando el estruendo se apaga, cantan los pájaros. En el aire caliente zumban los insectos buscadores de néctar, y las flores se abren en pétalos infinitos de canciones lentas. Los árboles cuentan historias de viejas raíces que el corazón escucha, y se asienta en el regazo de sus memorias blandas, deshilachando flecos de melancolía, invocando a los fantasmas de su felicidad perdida.

Mariaje López©Tu escritora personal por Mariaje López se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial.

viernes, 5 de julio de 2019

Quimeras


Imagen: Adobe Stock


A veces pienso que jamás un ser humano podrá comprender a otro en lo profundo. Es fácil comprender en la media distancia. En las lindes esa capacidad se emborrona. Cuando hay espacio suficiente las aristas del otro no te cortan, y a él no le lastiman las tuyas. Hay aristas en la incomprensión del otro, no podemos superar la sólida creencia de que son los demás quienes se equivocan. Esa creencia, ofendida, no transige. Necesita dañar para mantener su absurdo. 

Esa locura. 

Ese sinsentido. 

lunes, 1 de julio de 2019

El paso de los días completos


Imagen: Pixabay



Era la primera vez que salíamos juntos, pero no estábamos solos. En realidad yo era la extraña, pues aquella decena de personas eran todas amigas tuyas. Pero cuando alzaste la copa al inicio de la comida, me miraste únicamente a mí, en un gesto que me sorprendió por su matiz, y que hoy, quince años después, todavía no he olvidado. Lo que leí en tus ojos no sabría explicarlo, pero supe que una puerta hasta entonces solo entornada se abrió para dejarme paso. 

lunes, 17 de junio de 2019

Unas galletitas que hago yo: bolitas de chufa y chocolate anisado


Imagen: Mariaje López

RECETA DE LAS GALLETITAS DE CHUFA CON CHOCOLATE ANISADO.©

Precalentar el horno a 175°.

INGREDIENTES:
200gr de pulpa de leche de chufa
100gr de harina de castaña
10gr de levadura
6 cucharadas colmadas de panela
2 cucharadas de café cargaditas de canela
½ cucharadita de clavo molido
1 pizca de sal rosa
90 ml de aceite vegetal suave
90 ml de licor Tía María, (aunque yo las hago con Amaretto porque me gusta mucho ese sabor que deja, así que tú mismo)
Chocolate negro para fundir
Bolitas de colores para decorar

jueves, 13 de junio de 2019

Los afectos


Imagen: Silvecpropiedades

Adolfo admiraba a su compañero de oficina desde el primer instante en que lo vio. Su cuidado aspecto con un toque informal, sus bellas facciones, su voz y manera de decir las cosas. Había intentado despertar en él la misma admiración que le profesaba, siquiera un mínimo afecto. Pero aunque Mateo se mostraba correcto en el trato en todo momento, percibía con claridad que no conseguía ninguna de las dos cosas. La realidad era que Mateo no le encontraba lo bastante interesante como para profundizar en la relación, que mantenía dentro de lo estrictamente cordial. Quizá no podía engañarlo, quizá él había visto su lado oscuro y eso explicaba su rechazo. Adolfo sabía de sus imperfecciones, pero ¿quién no las tenía? ¿Y por qué Mateo no apreciaba su lado bueno? ¿Le había dado motivos para juzgarlo así? 

miércoles, 15 de mayo de 2019

La chica que miraba inclinado PARTE III y final


(Relato corto incluido en la antología Somos diferentes, M.A.R. Editor 2018)






Pasado el tiempo, al acabar nuestras respectivas carreras, Irune y yo nos casamos. Tuvimos un hijo y fuimos muy felices, a pesar de los problemas que todo vivir conlleva. Por desgracia, el tiempo corrió demasiado aprisa, y al poco de nacer Ismael, su madre y mi esposa falleció aquejada de un cáncer veloz. Y nos quedamos solos padre e hijo. ¡Cuánto la lloré, y la lloro todavía! Aunque pueden más ahora los recuerdos alegres. Irune nunca dejó de ser aquella mujer única y maravillosa de la que me enamoré en el instituto. 

*

Nuestro hijo heredó la belleza de su madre, su inteligencia y nobleza… y sí, también su mirar inclinado. Estudió medicina para ayudar a personas como Irune, enfermas de cáncer. 

Hoy ha venido a visitarme, como todos los miércoles. 

—Hola papá: ¿cómo te encuentras? —pregunta dándome un beso en la mejilla. Yo le respondo que bien, solo que un poco alicaído. 

—Es este calor —me responde aflojándose el nudo de la corbata—. Yo también estoy cansado, en parte por eso. 

—En mi caso, hijo, son los años. 

—Ambas cosas —sonríe—, los años y el calor. 

Le devuelvo la sonrisa. Él se sienta enfrente y se inclina hacia mí. 

—Te traigo buenas noticias —me anuncia. 

—Pues desembucha, no me hagas esperar más para saberlas. 

—Me han concedido una cuantiosa subvención para mis investigaciones oncológicas. Han publicado un artículo sobre ello en una prestigiosa revista médica internacional, y me han entrevistado en la radio. 

—¡Eso es fantástico! ¡Te felicito hijo, qué orgullosa estaría tu madre! Tanto o más que yo. ¡Tenemos que celebrarlo! 

—Sí, pero aún no he acabado. Hay algo más. 

—¿Más? 

—Vas a ser abuelo. 

La emoción me hace juntar las manos, entrelazar los dedos. 

—¡Abuelo! ¡Gracias Dios mío! Si supieras qué ilusión me hace. 

Sonreímos, llenos de felicidad. Al cabo de un rato de confidencias y planes de futuro, nos despedimos hasta el próximo miércoles. Le observo alejarse por el pasillo, abrir la puerta, y poco más tarde, desde la ventana, cruzar la verja. Me sorprendo a mí mismo hablando en voz alta: 

—Ahí lo tienes, Irune: tu niño. El que a veces mira inclinado, como tú. Ha salido más listo que tú, que ya es decir. Pero sé que a ti no te importa, que no te sientes celosa, sino muy orgullosa. Un médico eminente, Irune, un investigador de renombre. Y un corazón apasionado con lo que hace. Digno hijo tuyo, nuestro. ¿Sabes que en el colegio y en el instituto también se metían con él? Sí, claro que lo sabes. Sus compañeros le creían bobo porque torcía un ojo. Bobo, sí… ¡Sopas con honda les ha dado a todos! Si la gente supiera que los de mirar inclinado pueden ver más allá de lo que ve todo el mundo… El color y el grueso de las mentiras, por ejemplo. 


Te quiero Irune. Siempre te he querido. Nunca he conocido a nadie como tú. Tan bella por dentro y por fuera. Grande por el derecho y por el revés. Inmensa. Mirando inclinado a veces, siempre de frente. Por eso, siempre te he amado. Y siempre te amaré.



Mariaje López© Tu escritora personal por Mariaje López se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial.


           

La chica que miraba inclinado PARTE II


(Relato corto incluido en la antología Somos diferentes, M.A.R. Editor 2018)




Enamorarse es bonito, pero desarma. Eso, de distinta manera, lo descubrimos ambos aquella tarde. Yo conservaba mi nariz intacta, pero me sentía culpable. Irune me tenía por listo, pero ese día le demostré ser un necio. Ella por el contrario, sí que era inteligente: acumulaba dieces en los exámenes y comprendía las explicaciones a la primera. Sucedía con ella algo curioso, y era que al mirar así, como miraba ella, o sea, inclinado, podía ver muchas cosas que los demás no solemos ver. Por ejemplo: el color y el grosor de las mentiras. Tal cual. Y tenía un corazón a juego con su tamaño corporal, tan grande que se compadecía de todo aquel que lo pasaba mal. 

El día siguiente de nuestra conversación truncada, la busqué y le pedí perdón. Ella, escarmentada, no sabía si mirarme o hacerse la loca. Fue la primera vez que la vi indecisa, y un poco acomplejada por su estrabismo, pero también sería la última. Al fin levantó la cara y me observó. 

—Está bien, te perdono. Pero si te divierte tanto la cosa va a ser que eres medio tonto, y si eres tonto, aunque sea a medias, no puedes ser mi novio. Así no, lo siento. 

Y se marchó dando un respingo. Entonces el que se quedó bizco de los dos ojos y turulato, y atontao del todo y medio lelo, fui yo. Porque hubiera esperado cualquier cosa, incluso alguna lágrima por su parte; pero su reacción me cogió completamente desprevenido. Menuda reina. En aquel mismo instante, todavía descolocado, me enamoré de ella. Era diferente a cualquier persona que yo conociese, y mostraba tanta seguridad en sí misma, tanta confianza en su valía, que me fascinó. Desde aquel día la admiré profundamente. ¿Cómo iba a aceptar por novio a un imbécil? ¡Por supuesto que no! Tenía que demostrarle que a pesar de todo, yo no lo era. 

Una mañana de invierno se juntaron tres cobardes, tres; para empujarla y hacerla caer a un barrizal encharcado que se formaba en una esquina del patio. Después salieron corriendo entre risotadas, orgullosos como si acabaran de conquistar Oklahoma —pongamos por caso—. Ella quiso intentó perseguirlos, furiosa; pero no hacía más que resbalar y caerse una y otra vez en el fango escurridizo. Pataleaba y gritaba, amenazaba, gruñía, bufaba, se levantaba y no aún en pie, regresaba al suelo. 

—¡Ya os atraparé de uno en uno! ¡Gallinas! A ver qué machitos sois cuando os acorrale en una esquina. ¡Lo pagaréis; como me llamo Irune que lo pagaréis! 

Yo, que escuché las voces y lo presencié todo desde lejos, corrí a ayudarla, y viéndola tan empeñada en ir tras ellos, sin dejar de arrojar sapos y culebras por la boca. Tuve que emplear toda mi fuerza para sujetarla, y ni aun así me hacía con ella. Traté de convencerla de que no era buena idea enfrentarse con esos tres cenutrios a la vez, y de que habría otra manera de que recibiesen su merecido. 

—¡Mis cuentas las arreglo a mi modo! —Me espetó—, ¡y lo comprobarás enseguida! —añadió tiritando de rabia y frío. 

No pudiendo con ella, me planté delante con los brazos en jarra dispuesto a no dejarla ir, o al menos demorarla un poco más, lo suficiente para evitar un enfrentamiento en el que llevaba todas las de perder. Todo inútil, porque la moza era de piñón fijo. Me miró enojada sin pizca de estrabismo, y yo me pregunté si acaso podía controlarlo a su antojo. 

—¡Aparta! —me gritó, dándome un empujón que me hizo trastabillar. Juro que daba miedo, y más cubierta de barro como estaba, que parecía una luchadora tribal. Pero no quería que le dieran una paliza, o que le sucediera algo peor. Me armé de valor y le planté cara. 

—Si prefieres pelearte cuando puedes arreglarlo de otra manera —sentencié con firmeza—, va a ser que eres medio tonta; y si eres tonta, aunque sea a medias, no puedes ser mi novia. Lo siento. 

Aquello fue mano de santo. Me miró boquiabierta y aproveché el inciso para contraatacar. 

—Vamos, Irune, escucha lo que te propongo —dije suavizando el tono—. Iremos a contárselo al tutor. Yo como testigo. Una lucha cuerpo a cuerpo, solo empeorará las cosas. No te rebajes a su nivel; tú vales mucho más que todo eso. 

Como ella no daba muestras de conformidad con mis argumentos, me di por vencido y la media vuelta, con intención de alejarme; pero la vasca me agarró del brazo y me atrajo hacia sí con determinación. Pensé que, llegados a este punto, no me libraba de un guantazo ni San Judas Tadeo, por mucho que fuera el patrón de los imposibles. Entorné los párpados, para encajar el golpe con caballerosa dignidad, pero lo que sentí en el rostro no fue un sopapo, sino la calidez de sus labios rozando los míos. Abrí los ojos lentamente, sin poder creer lo que estaba pasando, y me cegó el brillo de los suyos, que me miraban alegres. Tenía la cara sucia y el cabello chorreando fango, como la ropa; y a pesar de todo seguía siendo bonita. La abracé, nos abrazamos. Caímos al charco riéndonos. Me volvió a besar, y yo la besé. Rebozados en tierra y agua, felices. 

—Me acabas de demostrar que eres el chico más listo del instituto. Y para corresponderte, seré la chica más pacífica que habrás conocido nunca. 

Y lo cumplió, porque era una mujer de honor, fiel a su palabra. Le ayudó mucho lo que sucedió después, ya que aprendió que usar la fuerza no siempre daba el resultado esperado, ni el mejor. El problema se resolvió por el cauce administrativo. A los tres acosadores se les abrió expediente y se les sancionó con una semana de expulsión, abierta a expulsión definitiva y multa si reincidían. Tuvieron que pedir perdón públicamente a su víctima. Todos los profesores en sus respectivas aulas aprovecharon el incidente para alertar de las consecuencias de determinados comportamientos. 

—En este centro —aseveró el director—, las acciones de este tipo no serán toleradas. Pero mejor sin duda es respetarse no por temor a la sanción, sino porque se es persona, y persona de bien. Y porque hacerlo así es una muestra de inteligencia. 

*

Mariaje López© Tu escritora personal por Mariaje López se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial.

La chica que miraba inclinado PARTE I


(Relato corto incluido en la antología Somos diferentes, M.A.R. Editor 2018)




Como todas las mañanas, acuden a levantarme, porque yo voluntariamente no quiero hacerlo. La enfermera que me cuida tiene acento cubano, y es muy dulce. Puedo conversar con ella de muchas cosas, aunque la mayor parte del tiempo no tengo ganas de hablar. Me deja en el cuarto de baño y se marcha a prepararme el desayuno. Todavía puedo asearme solo, aunque tuvimos que habilitar la ducha para ello. Como todas las mañanas, me miraré en el espejo, me afeitaré y me vestiré con lo primero que saque del armario. Tomaré el desayuno en la cocina, como todas las mañanas, y como todas las mañanas me sentaré en la butaca junto a la ventana, para recordar a Irune. Ejercitar así la memoria es mi prevención exclusiva contra el alzhéimer.

*

Se llamaba Irune, como he dicho, y acababa de cumplir quince años. Nacida en Santurce, llevaba desde los cinco viviendo en Madrid, y apenas le quedaba algo de ese acento característico de su tierra, que visitaba a menudo. Era guapa… mucho; alta y fuerte, chicarrona del norte, vamos. Derrochaba ingenio, y genio a secas también, para dicha y desdicha; y algo que la distinguía físicamente era una ligera bizquera en un ojo, la cual se le agudizaba cuando montaba en cólera, lo que sucedía con relativa frecuencia. Mucha culpa de eso se debía a las burlas de que era objeto a causa de su pequeño defecto. Ante ese escarnio ella no se achantaba, nada de eso. Cuando alguien la llamaba viroja, u ojo vago, o bizcocha, plantaba cara y sacaba los colores a quien fuera. 

—A veces miro inclinado; ¿y qué? A mí no me molesta, y al que le moleste que no mire. ¡Y que se ande con cuidado, no sea que le parta la boca!

Lo decía con tanto aplomo, clavando la mirada en el sujeto, con toda la mala leche de su mirar inclinado, que por lo general el ofensor de turno se acobardaba; y si alguno perseveraba se volvía calentito a casa. Tenía suerte Irune de ser tan grande y fornida, porque de haber sido más menuda no sé si le habría ido tan bien. 

Conmigo era otra cosa, porque yo le gustaba. De los otros, le importaba un comino lo que pensaran de ella y de sus ojos grandes y libres, con tal de que no se mofasen en su cara; pero a mí me miraba siempre de frente, porque de esa forma no bizqueaba, y permanecía así mucho rato, sin decirme nada. Hasta que un día me cogió por banda:

—Juanito; tú a mí me gustas. —me soltó de sopetón en el pasillo. Yo me quedé atónito, sin saber qué hacer, ni qué decir. Ella prosiguió: 

—No sé si yo te puedo gustar a ti, Juanito, por lo del ojo. Pero si te fijas bien, no soy bizca del todo, ni todo el tiempo; el problema solo se manifiesta intermitentemente. 

—¿Intermi… tente… mente?

—Quiero decir cuando miro inclinado. Por eso procuro mirar de frente todo el tiempo, para evitar peleas —concluyó resuelta.

—Ya… —Empezaba a reponerme del susto—. ¡No es cuestión de andar repartiendo tortas todo el día! —añadí sonriente.

Ya en el patio se sentó a mi lado, y según le hablaba noté que se iba embelesando cada vez más, por lo que en algún momento se le debió olvidar lo de mirar de frente, y el iris de su ojo derecho se puso a jugar al escondite con el izquierdo. Sin yo advertirlo, una sonrisa asomó a mis labios. Ella me imitó al principio, pero enseguida comprendió por qué me sonreía yo. 

Supe que no tenía excusa, y en un gesto automático me aparté, tratando de eludir el sopapón que, sin duda, se avecinaba. Entonces sus ojos se pusieron muy brillantes y en vez de propinarme el esperado guantazo, salió corriendo.

*


Mariaje López© Tu escritora personal por Mariaje López se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial.


jueves, 9 de mayo de 2019

Con Hilo de Luna, o cómo se lucha por un sueño






A Leticia Gómez Bosque le sobraban motivos para tirar la toalla. En ocasiones estuvo a punto de hacerlo, pero no lo hizo. Hasta tres intentos dotados con reservas ingentes de tiempo, ilusión, esfuerzo, dedicación. Fallaron las expectativas, pero sobre todo, fallaron las personas. Una y otra vez. Traiciones clamorosas, recursos malgastados... ¿Malgastados? No. A una luchadora de la talla de Leticia no se le pudren los fracasos en un saco roto. Ella remienda el saco y lo recicla. Todo servirá para alcanzar la meta final. 

Nunca antes había llegado tan lejos, ni tan concienzudamente, y a la tercera venció. Aunque el fruto tarde en madurar, madurará. No puede ser de otra forma cuando las cosas se hacen bien y la pasión acompaña. Y acompaña, doy fe. 

Es la pasión la que mueve la montaña de la fatalidad, y la hace a un lado. La pasión y la fe mueven montañas y cordilleras enteras. 

Un proyecto como Con Hilo de Luna necesita mucha cantidad de ambas cosas, además de amor al prójimo y una reserva de generosidad abundante. De eso Leticia Gómez Bosque tiene los graneros llenos, aunque a ella, nadie le ha regalado nada. Regalado no. Y si algo le dieron lo retornó con creces. Menuda es Leticia, oiga. 

Presta atención si me lees, a lo que ha puesto en pie. Observa si merece la pena y me darás la razón. Y no dudes que a quien quiera que llegue cualquiera de sus creaciones, le hará mucho bien. 

Date una vuelta por su mundo de texturas y colores, por su universo de ternura y talento. Llévate a casa mucho más de lo que a simple vista puedes ver. Llévate una historia de superación contagiosa que te reconcilie con el pesar de los días y te haga creer que la felicidad es posible cuando entregas al mundo lo mejor de ti. 

Web de Con hilo de luna: https://www.conhilodeluna.com/

Mariaje López 

jueves, 2 de mayo de 2019

Bailando



Imagen:http://www.casaquiquet.com 


Lo recuerdas. Sé que de esto guardas memoria.

Apagando la noche,

bailando canciones lentas a la luz de las velas,

dejándonos llevar,

rotando

despacio

sobre la música

y el olor a canela.



Mariaje López© Tu escritora personal por Mariaje López se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial.

Desengaño exorcizado


Imagen: http://goo.gl/Jypr8a


Cuando llegamos a la casa es la hora de cenar. Violeta ha esparcido sus regalos de Reyes por todo el salón. Le quedan restos del berrinche de la noche anterior, cuando su padre eligió esa hora mágica para desvelarle que su soñado rey mago no era otro que él. Mari Sol, la madre, apenas puede ocultar su indignación. 

Para desagraviar a ambas, improvisamos un teatrillo de guiñoles en el que a través de los personajes la niña va confirmando que sí, que los Reyes Magos existen, que son reales aunque no vengan de Oriente ni se trate de desconocidos. Que son las personas que más la quieren en este mundo. 

En aras de calmar a la madre y distraer a la niña, después de cenar damos un paseo por las calles mojadas, haciendo recuento de constelaciones. Nos hacemos fotos junto a la casa, alborotando la noche con nuestras voces risueñas. Los reyes magos de verdad han resultado mejores que los de cuento, sobre todo, porque son reales. 


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sábado, 27 de abril de 2019

El huerto de las ranas



Fotografía: Wilco van der Laan 


Y volvieron. No estaba yo muy segura, pero un día, entrada la primavera, aparecieron otra vez en el huerto que lleva su nombre. Las miro desde la ventana de mi estudio, a veces cojo los prismáticos, porque mi vista no da para más. Me encanta y me transmite alegría verlas chapotear de un balde al otro, en apariencia satisfechas. 

Les tengo puestas plantas depuradoras, unas lentejas de agua que tomé de la dehesa en uno de nuestros paseos. Con apenas un puñadito se llenó toda la superficie del agua en pocos días. Son unas hojitas diminutas, como cabeza de alfiler, de un verde vivo. Les procuran sombra a los anuros y bajo ellas se esconden. 

El huerto de las ranas se llama así desde que llegó la primera, hace dos o tres años. Ahora hay dos, y antes eran tres. Paco les instaló "terrazas" para que tomen el sol, algo que les encanta, rodeadas de  plantas aromáticas y hierbas culinarias: hierbaluisa, ruda, dos clases de cebollinos, tomillo, laurel, romero, albahaca, dos variedades de orégano, cinco de menta, mejorana, valeriana, eneldo, hinojo, rúcula, perejil, perifollo, lavanda y también fresitas salvajes, todas repartidas en cuatro sectores divididos por un enlosado en forma de cruz, y que tiene en el punto de intersección un círculo de mosaico que representa el símbolo del Yin-Yan. En una esquina del muro hay dos hoteles para insectos —así los llaman—, en espera de alguna abeja solitaria que se instale allí; o quizá aniden las mariquitas, eso estaría bien. Contra el muro contiguo se apoya un banco de alocado diseño, reciclado con hierro y tablones por Paco. Algunas noches de verano me instalo allí con una taza de té y aspiro  el aroma de las mentas recién regadas. 

Visitan el huerto lagartijas, gorriones, mirlos, urracas, tórtolas y otros pajarillos de colores que no identifico. Las flores de la rúcula y de la lavanda gustan a las abejas y a las mariposas, que terminan de convertir la gran ventana en un mirador delicioso y bullente de vida. 

Pienso que algo he debido de hacer bien para que me sea dado disfrutar de este regalo a los sentidos y al espíritu. Sí, algo he debido de hacer bien, aunque solo sea sentir admiración y gratitud. 


Mariaje López© Tu escritora personal por Mariaje López se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial.

viernes, 26 de abril de 2019

Respirando





Recuerdo que la película era italiana, que tú preparaste un par de copas de ese licor de chocolate negro que tanto me gusta, y que acabábamos de ducharnos. 

Recuerdo que te dije que no te vistieras. Recuerdo que no me vestí yo. Que nos acomodamos frente a la pantalla y nos arropamos con el edredón. Que la película estaba empezada y lo poco que nos importó. 

Recuerdo la piel de orillas cálidas, el abrazo pionero, el susurro encendido. Recuerdo el erotismo sin andamiajes, porque de vez en cuando se agradece caminar seguro en las alturas, pisar suelo firme. 

Recuerdo el corazón respirando tranquilo, contemplándose, nadando en la intemperie de su desusado amor. 


Mariaje López© Tu escritora personal por Mariaje López se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial.