Un hombre viejo sentado frente a una mesa inmensa, rectangular. Sobre la mesa las palabras amontonadas en gran número, son observadas en silencio por el hombre. Su mirada se ha detenido en una; alarga la mano, la engulle, eructa. La palabra no volverá a ser dicha, ni pensada. La entierra el olvido.
Pasa un día.
El hombre mira otra palabra, alarga la mano, la engulle, eructa. La palabra no volverá a pronunciarse, el olvido será su mortaja.
Pasa otro día.
El hombre sigue engullendo palabras, una tras otra, día tras día. En la habitación de abajo, donde mora el pensamiento, cada vez hay más silencio. En el sótano la cháchara no cesa, envalentonada de su propia ignorancia, repitiendo siempre las mismas cuatro palabras que el engullidor vomitó.
Mariaje López©Tu escritora personal por Mariaje López se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial.
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