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Cuando llegamos a la casa es la hora de cenar. Violeta ha esparcido sus regalos de Reyes por todo el salón. Le quedan restos del berrinche de la noche anterior, cuando su padre eligió esa hora mágica para desvelarle que su soñado rey mago no era otro que él. Mari Sol, la madre, apenas puede ocultar su indignación.
Para desagraviar a ambas, improvisamos un teatrillo de guiñoles en el que a través de los personajes la niña va confirmando que sí, que los Reyes Magos existen, que son reales aunque no vengan de Oriente ni se trate de desconocidos. Que son las personas que más la quieren en este mundo.
En aras de calmar a la madre y distraer a la niña, después de cenar damos un paseo por las calles mojadas, haciendo recuento de constelaciones. Nos hacemos fotos junto a la casa, alborotando la noche con nuestras voces risueñas. Los reyes magos de verdad han resultado mejores que los de cuento, sobre todo, porque son reales.
Mariaje López© Tu escritora personal por Mariaje López se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial.
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