miércoles, 19 de febrero de 2014

Cuentos eróticos africanos.




Harem - Estampas africanas del siglo XIX
Me gustan los cuentos. Me gusta sobre todo que me los cuenten de viva voz y disfruto lo indecible con ello. Para mí una sesión de cuentacuentos, es la mejor terapia cuando mi ánimo fluctúa hacia la baja. Admiro a la gente que sabe contar historias, y si son divertidas, mejor que mejor.

Cuando vivía en Alcalá de Henares, todos los jueves iba con un grupo de amigas a los cuentacuentos que organizaba el colectivo escénico Légolas. Aportaban a mi vida buena dosis de encanto y magia, cosas de las que estaba muy necesitaba por aquellas fechas. Era secretaria en una antigua academia de la calle Mayor, y el último año tuve que soportar un acoso mezquino, ya en los estertores de la que antaño fuera una academia de prestigio, por parte del matrimonio que al irse mi primer jefe, la dirigía.

Un profesor de ciencias que daba clases a los universitarios me dijo un día: 
-Esos dos no hacen el amor. Hacen aquelarres.


Y es que si la estampa del uno era siniestra, la de la otra era de pura gárgola, aunque ignoro de qué cornisa gótica se cuelga  por las noches. La verdad es que el tal profesor era casi tan gracioso como canalla. Al final mis jefes se separaron, después de haber dejado yo el empleo. Un día nos cruzamos por la calle él y yo, y me lo comentó.

-¡Una lástima! -respondí-, porque estáis hechos el uno para el otro.

Que Drácula los confunda y los reciba en su niebla. Volvamos a los seres vivos y agradables.


Boni Ofogo con el traje de diario.

Aquella noche iba acompañada por el que más tarde se convertiría en el hombre de mi vida y mi gran amor.  El contador de cuentos era Boni Ofogo, un negro muy grande de aspecto peculiar que nos amenizó la noche con una selección de cuentos eróticos africanos. Historias tiernas y cómicas, sin renunciar a lo picante, un toque a lo Boccaccio del sur.

Por esa época yo había descubierto que el cuerpo de otra persona puede llegar a ser un rincón del propio hogar. Nunca creí que acariciar un alma fuera posible más allá de la metáfora, ni sospeché que el recorrido de otra anatomía pudiera convertirse en parte del camino hacia uno mismo.

Cuando por fin llegó el amor con alguien que me lo ofrecía sinceramente, más allá de la expectativa de cubrir una mera necesidad insatisfecha, o de enmascarar el vacío; comprendí hasta qué punto la piel es capaz de recrear lo intangible. En un abrazo puede naufragar el mundo, y en un beso puede renacer la noche sobre las olas de sus cenizas. 



Mariaje López.

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13 comentarios:

  1. Afortunada de ti. Se han hecho reales esos cuentos...felicidades

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    1. Gracias. Así ha sido. Hubo un momento en lo di por perdido. Ya me había hecho a la idea de que moriría sin haber experimentado el amor de pareja tal y como yo lo concebía. Pero la vida ha decidido ser generosa en esto conmigo al cabo de los años. Ojalá me conceda también conservarlo mucho tiempo.

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  2. ¡¡Chapeau!!

    " Sí; en un abrazo podía naufragar el mundo, y en el siguiente podía ser levantado nuevamente sobre las olas de la tempestad. "

    Sol

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    1. Quiero decir que me quedo con la frase final...

      ;-))

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    2. Sol, ya te había entendido, ja ja. Hablo del mundo personal, naturalmente. El de todos queda fuera de mi alcance. ;-)

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  3. Habrá que agarrarse bien al segundo abrazo. Cuando se han recibido muchos de los primeros no quedan fuerzas ni para sostener la esperanza. Veo que has vivido de todo, por eso también escribes sobre todo...tan bien.

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    1. De todo, como todos. Como tú, me atrevo a apuntar. Es verdad que no se me da bien vivir a medias, por eso quizá apuro hasta el fondo tanto los vasos de contenido amargo como los dulces. Supongo que no me queda más remedio que contarlo así.
      Gracias por el cumplido, sé que sincero, tanto como mi admiración por tus textos.

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    2. Afortunada eres por sentir y saber expresar tan bien lo que transmiten los abrazos y mayormente lo que transmite la piel de la persona que quieres.
      Uno fuerte Abrazo! ! aurora_boreal

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    3. Gracias Carmen. Sí que me siento afortunada, y deseo lo mismo para todos. Otro abrazo para ti, muy grande.

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  4. Jajajaja... Nunca podría haber descrito mejor a la susodicha que como tú lo has hecho... Una gárgola jajajaja!!! Y lo del aquelarre no tiene desperdicio. No puedo parar de reir. Espero, por el bien de las futuras posibles víctimas, que hayan vuelto a juntarse y liberen al resto de los mortales de todo el veneno que llevaban dentro... Jajajaja, qué bueno!!

    En cuanto al resto, pues tienes toda la razón del mundo. No hay nada mejor y que más te haga crecer que el amor desinteresado, el que se da porque sí, sin buscar una compensación. Ese amor te hace más fuerte, te vivifica y te convierte en la persona MAS del universo. Afortunadamente, como bien dices, lo has encontrado y, supongo, compensa con creces los tragos amargos del pasado, gárgolas y aquelarres incluidos.

    Ambas sabemos muy bien de qué estamos hablando porque hemos sufrido en nuestras carnes los estragos de un mal llamado amor que arruinó por un tiempo nuestra alma. Ahora, ya no hay fantasmas del pasado, sino el mágico renacimiento diario y la pasión irrefrenable del amor. Enhorabuena, amiga, bienvenida al club de las afortunadas!!!

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    1. Sabias palabras hermana, de principio a fin. De la gárgola no supe más. Al gárgolo me lo encontré de nuevo no hace mucho por Castellana. Yo iba con Paco, y él solo. Le saludé, no sé porqué, un ramalazo insano de curiosidad morbosa. Saber que fue de Fonseca quizá, ya que he perdido el contacto con el buen José César Álvarez, que me contrató. Lo dicho: que Drácula los confunda.

      De lo vivo y agradable veo que estamos de pleno acuerdo. Bienhallada en este club que dices; aquí se está mucho mejor. ;-))

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  5. Al final una vez más la emoción, el sentido y la intención puesta en el aquí y ahora del querer sentir. Me parece precioso. Besos.

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    1. Muchas gracias María. Si se quiere casi seguro que se puede, ;-)

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