Un domingo como otro cualquiera, uno de tantos de no ser por esa mirada extraña que capta la intimidad de las cosas. La mirada que ilumina desde dentro como en los iconos que pintan, a golpe de oración, los piadosos monjes ortodoxos. Así es como cualquier parte del todo aparece siempre como lo que es: única e irrepetible.
Dormir, cocinar, hacer el amor, alimentarse, limpiar, abrazar, poner una lavadora, besar, ducharse, reír, tender la ropa, jugar, amar, ver, mirar, escuchar, tocar. Y por ahí los gatos haciendo de las suyas, como saltimbancos expertos que son. Jamás una secuencia se repite de forma idéntica.
Y la tarde acariciando, dando, recibiendo, repartiendo ternura, suspirando, suspirando más adentro, llenándose de todo, ensanchando el alma. Sintiéndose feliz a ratos, y a ratos no, porque la vida toca donde le place y entra por donde quiere.
La belleza en chanclas y alpargatas recorriendo la casa, la paz respirando en cada rincón. El encanto de la vida simple. Y la noche cayendo, sólo para poder seguir estrenando los momentos.
Experiencias ordinarias rescatadas de la cadena de montaje. Manufacturas de una atención consciente y en vigilia. Cuando los ojos están despiertos el corazón vive. Cuando el corazón está vivo deja de ser un cofre mecánico.
Tedio y rutina son quimeras, fantasmas; porque la realidad es que nada de lo que es ahora ha existido antes, nunca ha sido ni será, porque está siendo, y todo lo que ES tiene carácter de único.
Por eso el aburrimiento es el sueño del corazón embotado; un inadvertido desprecio de la razón, un olvido completo de nuestra libertad. Solamente ella podrá salvarnos, pues libres somos de escoger quedarnos en la rutina o trascenderla. Y no hace falta para ello cambiar nada de fuera. Sólo la forma de mirar.
Mariaje López.
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Lindo como siempre y totalmente de acuerdo como casi siempre.
ResponderEliminarBesitos guapa!
Mariajo
Gracias Mariajo. Ese casi es el justo para engrandecer nuestra experiencia sin separarla. Sé que tocamos las mismas cuerdas en esto.
EliminarUn abrazo.
Así es como yo lo vivo también y me encanta que lo hayas plasmado con palabras tan bellas. Marca una gran diferencia entre una rutina y un ritual trascendente.
ResponderEliminarMe consta que lo vives así. No podrías tener esa chispa en la mirada de otro modo.
EliminarGracias por visitarme en esta mi casa virtual.
Hay muchos seres humanos que se empeñan en cambiar de vida para acabar obteniendo siempre lo mismo. La vida es una rutina (nacer, crecer, morir) a la que todos nos aferramos. El aburrimiento debe ser esa rutina mal utilizada. A mi me gusta saber que todos los días voy a encontrar a mi alrededor a los seres que quiero. Hago en automático esas pequeñas tareas diarias que no me agradan y que tienen como premio disfrutar de las que verdad me gustan, como esas de las que hablas: dormir, abrazar, besar, reír, jugar, amar, ver, mirar, escuchar, tocar, suspirar… Si, El encanto de la vida simple. La rutina de una alma serena.
ResponderEliminarA veces he probado a hacer esas pequeñas tareas menos gratas con plena consciencia de cada gesto. Al quitar el automático, es increíble lo que sucede. Debería hacerlo más a menudo. Por lo demás, eso que dices es la idea. Añadimos comúnmente un tinte peyorativo a la palabra rutina, pero cuando hay consciencia la rutina se convierte en algo sublime. Esa es la idea.
EliminarLa forma de mirar...que es la forma se percibir.La rutina puede ser un gran. Aliciente o un profundo pozo.
ResponderEliminarUn texto muy bien esquematizado.un abrazo.
Gracias Fátima, en efecto tú lo has dicho: una u otra cosa depende de la mirada. Un abrazo y gracias por visitar mi Casa.
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