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Nuestra chapa insignia. |
Tengo un amigo que, desde hace varios años, organiza excursiones temáticas y viajes para sus amigos. Éstos son tantos, que no sólo llena con ellos un autocar grande en un santiamén, además hay lista de espera con los que quieren y no pueden ir. El que no se espabila tiene que aguardar a la próxima ocasión, y no espabilar aquí significa a veces tardar un día en apuntarse. Por eso mi amigo es tajante en respetar el orden de inscripción.
Bernardo tiene un apellido que no le retrata en absoluto: Barrera. Y digo que no le retrata porque he visto a pocos individuos tan echaos pa'lante como el susodicho. Tendría mucho que contar, pero vamos al asunto que nos ocupa; y que son estos viajes que pasa meses organizando, porque mover a sesenta personas sin ser profesional del ramo, y hacerlo bien, tiene su miga. No sólo mueve al personal: selecciona destinos de la geografía patria, busca los mejores hoteles en relación a su calidad/precio, negocia los presupuestos finales rascando todo lo que puede, consigue los guías más cualificados, elige unos menús espléndidos de ver y gustar, convence a los hosteleros de las ventajas de obsequiarnos con un chupito en la comida y otro en la cena. Si se niegan -que los hay-, insiste; encantadoramente, pero sin aflojar. La perseverancia de Bernardo es el azote del sector; si no lo consigue es porque ha dado con el mismísimo Harpagón.*