Cuatro años de tu despedida, duque. Te marchaste cobijado en una estrella negra que anunció tu partida. Recuerdo el sol de medianoche que iluminaba los mundos que levantaste incansable, uno tras otro, en largos años de prodigios.
De tu libertad sin deudas, de aquella fuerza invisible que te sostenía, se saciaron muchos. Era un timón, una potencia que te mantenía ingrávido sobre las cadenas, allá en el confín de las estrellas, allí donde tu rastro sigue su curso fructificando sin tregua, resurgiendo en formas que te reconocen y proclaman tu legado imperecedero, donde la muerte no logró alcanzarte, porque no puede ya quitarnos la inmensa herencia que nos dejaste.
A David Bowie. (Brixton, Inglaterra 1947 — Manhattan, Nueva York 2016)
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Enhorabuena por el homenaje
ResponderEliminarGracias por su homenaje Escritora
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