Comenzó con un pequeño negocio de piensos para animales de granja. Trabajó duro, y aplicó a su gestión decisiones inteligentes, conquistadas en el infalible método del ensayo y error, corregir hasta acertar. Con el tiempo logró convertir su empresa en un referente para el sector, con varias decenas de empleados.
Tras su muerte, fue muy llorado por todos, no solo sus más allegados lo sintieron como una gran pérdida, conocidos y trabajadores también. Al tomar las riendas del negocio, los herederos encontraron en el despacho del fallecido un viejo archivo de madera. Contenía todas las fichas de todos los empleados que habían pasado por la empresa, desde sus inicios. En ellas constaban, mecanografiados, los datos personales de cada trabajador, y añadidas a mano, unas anotaciones escritas en varios tonos de tinta, debido a que habían sido redactadas en distintas fechas y con diferentes bolígrafos. Dichas anotaciones reflejaban los avatares personales de cada sujeto en cuestión:
Francisco López Millas, 3/06/57: ha tenido su primer hijo, varón. 11/01/66: ha sufrido un accidente de tráfico, y su esposa está muy grave. 30/01/66: fallece su esposa.
Javier Sanz González, 21/12/65: contrae matrimonio. 12/09/71: refiere que su hija padece una poliomielitis, y le ha sido diagnosticada una depresión.
María Capitán Sánchez, 15/10/80: tiene a cargo a su madre viuda y a un hermano menor. 17/09/92: la operan de unos quistes en el útero, no parece revestir gravedad.