En el cartel de la película "Time", del director coreano Kim Ki-duk, aparece una escultura en una playa, que se convierte en una preciosa e inquietante isla cuando la marea sube. Unas manos gigantes empiezan a formar con sus dedos una escalera que quiere prolongarse hasta las nubes. Son manos abiertas, francas, que sugieren, que invitan, que acogen. En ellas, como en un útero abierto al infinito entre el mar y el cielo, descansa una mujer en completa soledad.
Déjame decirte lo que a mí me evoca esta imagen: ese refugio interior inaccesible y enigmático, raramente visitado, y quizá por ello intacto, no contaminado, libre y genuino.
Con demasiada frecuencia, por agradar a alguien en particular o a todos en general, renunciamos a nuestra belleza de origen. Nos vamos desfigurando hasta volvernos irreconocibles. El precio de esta pérdida de identidad es inimaginable. Traicionamos nuestra esencia, nuestros talentos, nuestra misión, nuestras referencias internas; y nos ponemos en manos de un cirujano, léase sistema, o sociedad, a través de la familia, la pareja, los compañeros de trabajo, los amigos o quienes quiera que sean en el juego aquellos que, bajo una apariencia protectora y benigna nos modifica y cercena, sin piedad y con nuestra venia, sobre la mesa de operaciones.
Así es cómo nos convertimos en seres neuróticos e informes, sin vida.
No asumamos pues, concesiones que nos dañen. Ese es el mayor favor que haremos a los demás, y sobre todo a nosotros mismos
¿En qué manos decides ponerte? ¿En las de algún otro o en las propias?
De la respuesta dependerá el curso que tome tu destino.
Mariaje López.
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Uf!! Tema escabroso y complicado donde los haya el que propones hoy en tu post... Ahora (qué raro) ando falta (que no fatal, aunque también) de tiempo, pero vete preparando porque esto puede convertirse en un debate al más puro estilo de "La Clave" (qué tiempos aquellos!! y qué abuela cebolleta acabo de hacer!!).
ResponderEliminarAntes que nada, dime por correo ordinario, si prefieres, cómo sigue nuestra princesa accidentada.
EliminarEl tema escabroso, si, bastante. ¿También recuerdas La Clave? Por entonces llamaban a expertos en los temas a tratar... Cuando empezaron a traer a Aramís Fuster y compañía a todos los debates dejé de verlos.
Por cierto, ¿has visto Time?
No estaría mal un debate, como intuye encarni.
ResponderEliminarTambién a veces la inmodestia nos pone en manos de los demás esperando que confirmen la belleza que atisbamos en nuestro interior, pero la envidia desatada la puede acabar dañando, si es que existe, destrozando nuestra confianza y dando paso a ese círculo tan certeramente descrito por ti. O puede ocurrir que recelemos de las propias manos porque aún no hemos aprendido a conocernos. Ya solo decido agradar desde mis defectos y virtudes, nadie ahí fuera me va a descubrir ninguna que no conozca, por eso me pongo en manos de gente como tú, que parece tener las herramientas necesarias para desinfectar el alma.
Gracias por la recomendación en Google, Tucho.
EliminarMe ha parecido que pones en duda que la envidia existe, a pesar de que hay tantas pruebas de sus efectos. Con todo la segunda hipótesis es la más dañina, para mi gusto, porque no afecta a los demás sino a nosotros.
Lo de las herramientas no lo tengo yo tan claro. Me falta un kit, y me cuesta trabajo encontrarlo, así que mejor será que todavía no te confíes a mi pericia, que es sólo supuesta. Ando en ello, pero no he llegado.
Un abrazo grande.
No pongo en duda la envidia, sino la belleza inerior, observo que debo mejorar la expresión escrita, eso es bueno. Quería referirme al "dime de lo que presumes y te diré de lo que careces" porque he asistido a muchas autoalabanzas injustificables. Te acepto las gracias - gracias - pero eres tu mucho más generosa con mis post (yo cliqué en facebook y twitter, también, lo digo por si no te figura por cualquier error, que ya me ha pasado)
EliminarDigo lo que digo sobre las herramientas porque eres muy coherente con los principios y la filosafía de tu blog "fuera del batiburrilo que hemos de afrontar a diario". Un oasis necesario. Ya ves que yo soy un poco incendiario.