Un
hombre estaba sentado frente a una hoguera. Absorto en la contemplación de
las llamas, que se le antojaban bellas danzarinas ataviadas con velos, creyó
escuchar que éstas le hablaban.
—¡Acércate un
poco más!
El
hombre temió. Era poderosa la seducción del fuego, mas desconfiaba de sus
intenciones. Las llamas insistían redoblando sus danzas.
—¡Acércate
un poco más!
—Me
quemaré.
—Si
no temes, no sufrirás daño alguno.
Vencidas
las resistencias del hombre, éste se acercó despacio al fuego hasta acariciar con
sus dedos la cabellera de las ardientes y hermosas bailarinas. Tal como el
fuego le había prometido, no le causó ninguna quemadura. Desde ese
momento el hombre y el fuego se hicieron amigos, y la hoguera siempre
permanecía encendida ante la puerta de la casa.
Un
día llegaron unos parientes de visita, y como hacía frío, se sentaron todos en
torno a las llamas. Comieron y bebieron, y contaron las nuevas historias
acumuladas desde la última vez. Cuando le tocó el turno al anfitrión, relató lo
concerniente a su amistad con el fuego. Sus parientes pensaron que se había
vuelto un chiflado, y se reían de él.
El
dueño de la casa terminó enfadándose, y henchido de soberbia espetó:
—De
manera que me llamáis mentiroso... ¡Ahora veréis!
Envanecido,
se situó en el centro de la hoguera, y se jaleaba a sí mismo dando saltos sin
que las llamas prendieran en sus ropas.
—¡Ja,
ja, ja! ¿Y ahora quién se ríe?
No
había terminado de decir esto cuando, repentinamente, el fuego lo cubrió por
completo y lo devoró tan velozmente que nadie pudo hacer nada.
Moraleja:
Quien
no respeta el fuego como debe, achicharrado perece.
Mariaje López
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La soberbia es combustible. Arde. Es incompatible con el calor de la amistad sincera. Nadie es más que el fuego, nunca se puede perder el respeto. Gracias, muy bueno.
ResponderEliminarMuy buena conclusión, pensador. Gracias por el googleplús,:-)
EliminarCómo me ha gustado el relato de hoy. Partiendo de la base de que el fuego para mí tiene mucho de mágico y poderoso, le hago otra lectura a tenor de un mal trago vivido esta mañana con una mamá de la clase de Lúa. Yo interpreto esto como Tucho, como una alegoría de la soberbia y el envanecimiento necio de mucha gente, pero también como esa persona que se acerca a ti de buenos modos, con nobles intenciones, entregándose sin tapujos y buscando tu confianza y luego, una vez conseguido su objetivo, se revuelve contra ti y te asfixia totalmente. Vamos, lo que vulgarmente se conoce como el lobo con piel de cordero...
ResponderEliminarNi que decir tengo que perdí los papeles por completo y convertí mi victoria moral en una de las mayores derrotas personales a lo largo de mi vida. ¿Cuándo controlaré mi carácter, Señor? Así no hay quien pueda!!!
Me alegra que lo hayas disfrutado, Piccolina.
EliminarSe ve que has sufrido una decepción, y si la persona que dices había obrado injustamente, la cólera está más que justificada. No la controles cuando el momento le pertenece. Aristóteles decía que había que "Aplicar la ira a la persona adecuada, en el momento adecuado, con el propósito justo y de la forma correcta". Pero aplicarla.
Un abrazo, amiga.