Foto: Mariaje López |
Todos los días tristes aprendo algo. Desacelero, estudio mis gestos, me adentro en el silencio... y allí, en la recóndita sima que horada mi alma, persigo respuestas, en esos días en que la belleza parece esconderse, pues no me muestra sus flores y me susurra desde sus raíces.
La soledad bienhallada es elocuente, y su voz canta como el agua pura. Nunca el sol me abraza tanto como cuando estoy triste, y me arropa como un amigo lejano y a la vez presente.
En los días tristes el mundo cambia su sentido, porque me siento a escucharlo y él me abre puertas desconocidas. Esos días me muevo con la vida a ritmo muy lento, y ensayo la paciencia que me revela aquello que no miro en la prisa.
En los días tristes siempre crezco, siempre me vuelvo hacia dentro, y descubro algún lugar en el que nunca estuve. Son días extraños donde planto mi alegría futura, con una semilla cada vez más simple y firme; para que ningún viento la lleve.
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Así es la verdadera tristeza que tiene como finalidad trascendente LA CLARIDAD. Por eso, esos días de los que no deberíamos huir, todo se ve casi cristalino. Gracias Mariaje, por compartirlo. Has sabido ver mucho más allá que la mayoría de las personas.
ResponderEliminarAunque habia comprendido cosas de la tristeza, querida Arancha, nadie tan claramente como tú me ha ayudado a poner el nombre adecuado a mis emociones y a comprender sus mecanismos. Muchas gracias y mucha suerte con tu segundo libro, que ya está saliendo del horno. Lo espero impaciente.
EliminarSiempre hay que tener una taza de café dispuesta para la tristeza, es caprichosa en sus visitas, nunca sabemos cuando se presenta. La tristeza es a veces una dama y otras una cortesana.
ResponderEliminarPor cierto, tu foto, preciosa.
ResponderEliminarPues sí, Tucho, con una taza de algo templado y un poco de calma la tristeza se anima a contarnos sus verdades, y se aplaca. Cuando quiere cobrar ya se ha convertido en otra cosa, una cortesana, como tú dices. :) La foto está hecha cerca de casa. A esa cigüeña se le cayeron del nido los dos polluelos, (o algún otro pájaro se los tiró) Los ví en el suelo, y sentí mucha lástima de ella. Estaba así, como desconcertada o eso me imaginé.
EliminarLa tristeza es el combustible de la creatividad. El dolor y la pena nos ayudan a escoger y ordenar las palabras para llegar hasta donde con otro estado de ánimo ni nos acercaríamos.
ResponderEliminarLa alegría y la felicidad nos obligan a quedarnos quietos, sin pestañear siquiera, intentando alargar esos raros instantes que aparecen y desaparecen sin ton ni son.
Tu reflexión destila sabiduría y experiencia. Y también originalidad. Gracias por dejarla en mi blog y que no sea la última es mi deseo. Un saludo.
EliminarPreciosa reflexión... En muchas ocasiones la tristeza hace fluir la creatividad.
EliminarSí... aunque yo funciono un poco al revés. Me inspira más la alegría, o me lo parece :-)) . Lo mismo estoy equivocada.
EliminarGusto verte por aquí José Manuel.