Foto: Mariaje López |
Pocas experiencias alimentan mi espíritu tanto como un paseo sin urgencias por la naturaleza; ya sea bajo el tibio sol matutino o a la rémora del suave fulgor del ocaso. Y si corre la brisa, añade al caminar notas sutiles y vagas remembranzas. Con frecuencia la soledad y el silencio me llevan a dar las gracias.
En el silencio -y es tal vez lo que asusta a quien lo teme- casi siempre hay voces empujando: unas brotan de la cercanía real, pero las sientes lejanas, otras permanecen lejos pero te arropan el alma. Voces que te acompañan siempre, que tú quieres acoger o exiliar indefectiblemente. Voces que te gritan pidiendo auxilio, que sollozan; voces que besan y que acarician; voces que calman y que te dan la vida. Porque todo habla, todo palpita. En cada árbol, en cada piedra, en cada brizna de hierba, reconozco al ser vivo que me dejó su huella. Hablan los pájaros, habla el viento, y las hojas secas que arrastran su silbo hueco. Hasta los propios pasos revelan los cursos del pensamiento.
El mundo se vuelve cómplice de tus secretos, y te sientes por él amado y comprendido. Todo muda, respira, bulle en sus ruidos; todo es nuevo, te hace guiños y requiebros, te transforma. La vida te abre paso, te hace sitio, te tiene en cuenta aunque no lo creas. Accedes al misterio de lo exiguo, saltas al vértigo de lo infinito, presencias el milagro de una tierra incógnita que sólo para hacerse amar, se torna humilde y comprensible.
Y la gratitud se asoma prudente, se afianza, te toca, te inunda y se acomoda, se expande como una estrella creadora de mundos alcanzables.
Y te sientes dichoso de estar vivo, de tener un nombre, de portar un cuerpo que precisa sangre, de vestir una piel que reclama luz, caricias, agua y aire.
Y das gracias infinitas por tener un corazón que necesita amar, y que ha aprendido a amarse.
Mariaje López.
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Unos sentimientos muy profundos y bonitos. Se juntan dos cosas importantes para abrirse interiormente......la Naturaleza y la soledad del momento para sentir y agradecer.
ResponderEliminarYa lo sabes, soy adicta a lo que escribes....Jajajaa! !
Un fuente abrazo! !
Carmen :-)
Carmen, muchas gracias. Siempre esa conjunción produce réditos beneficiosos. No sé si es una redundacia, pero sea. Un abrazo y gracias por seguirme. ;)
EliminarLo repito, pareces una embajadora de la naturaleza, como un cura lo es de dios, pero tu no requieres confesiones y nos das la bendición. Por escrito. Paz, hermana.
ResponderEliminarTal y como dices las cosas, no importa que las repitas. Se agradece. La paz contigo también, hermano. :))
Eliminar¡Es imposible leerte en silencio...todo lo que escribes tiene música,incluso la reflexión que generas es todo un concierto!
ResponderEliminarOsvaldo, la música puedes ponerla por la sensibilidad que tienes, prodigiosa. Gracias, poeta. Un abrazo. Siempre me alegra verte por mi casa.
EliminarDios, Mariaje, este post tuyo de hoy... Esos sentimientos tan especiales de los que hablas son los mismos que me produce a mí Cacabelos. Allí encuentro yo mi conjunción entre mi yo más íntimo, mi esencia, y todo lo que me rodea. Todo es mágico. Las calles empedradas, las casas antiguas con sus miradores de madera, el aire, su olor, único, mezcla de humo de leña y de naturaleza profunda y sosegada. Allí todo es un placer para los sentidos. Los colores del paisaje, cambiantes según la estación del año en la que vayas, los cantos de los pájaros, el tañer de la campana anunciando el paso de las horas, los árboles que jalonan cada una de sus calles, el agua que se agolpa y pugna por salir en cada regato del pueblo, el soplo del aire que se cuela por los recovecos más insospechados, el sonido cantarín de las gentes al hablar... todo ello me llena el alma, me conmueve tanto por dentro que a veces, caminando sola, como lo haces tú, siento tal dicha que parece que voy a estallar. Y entonces, también yo, elevo una acción de gracias silenciosa por estar ahí, por recuperar mi yo, por volver a ser.
ResponderEliminarSólo una cosa podrá impedir que vuelva, año tras año, a mi amado rincón. Hasta entonces seguiré estando, seguiré saboreando esas maravillosas sensaciones y seguiré abrazando a los árboles, como mi amigo Rois, dejándome llenar por su savia vivificadora y renaciendo una vez más a todo lo bueno de la vida.
Gracias por tu post, chula, gracias por esa nueva comunión que, igual sin saberlo, se ha vuelto a producir entre nosotras. Te quiero.
¡Qué maravillosa promoción de Cacabelos, dan ganas de salir corriendo hacia allí, a pasear sus calles y sus rutas! Me encanta cuando la periodista saca el alma de poeta, el corazón de niña y la sabiduría de adulta que supo exprimirle a la vida. ¡Qué bien describes lo que sientes! Guarda estos retazos que me regalas, en un cuaderno para tus niñas. Y más cosas si puedes y tienes tiempo.
EliminarGracias a ti, maravilla. La comunión está ahí, a prueba de tonterías (mire usté, las justas), porque es de verdad desde hace mucho tiempo. El cariño, ya lo sabes, es mutuo y sin cumplidos.
Qué bonito y evocador… dónde coño se ha metido la multitud que atestaba hace un instante este vagón de metro? Y el horizonte? por qué ya no me alcanza la vista?
ResponderEliminarc
Mi estimado c: lo que digo, eres preciso y sin embargo, dices mucho. Me gusta cómo te apropias de las palabras para obligarlas a rendir a toda potencia. Ya ves que reconozco tu estilo. Gracias por "bajarte" del metro para leerme, y un abrazo.
EliminarNada más favorecedor para el alma que entrar en conexión con la naturaleza. Un verdadero placer...!
ResponderEliminarSi que lo es, como bien sabes. Es un subidón que recarga las pilas siempre. Que sigamos disfrutando. Un abrazo enorme, duendecito.
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