Arancha Merino: Una arquitectura cordial.

Decía Le Corbusier que "La arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz". Sus proyectos se asentaban en tres ejes fundamentales: belleza, practicidad y funcionalidad. Estos mismos criterios pueden aplicarse a la obra de Arancha Merino. A menudo pienso en ella como en la Corbusier de las emociones. Nuestra personalidad es el edificio en el que vivimos, y nos dice que es bello, que tiene luz, y que ambas cosas han de proyectarse en nuestra vida si la construimos bien. 

Casi dos años ha tardado en poner a punto su segundo libro. No me extraña; podría haberle llevado mucho más tiempo. No he profundizado en el MAT (Metamodelo de Análisis Transformacional) en el que basa su trabajo, pero lo poco que he indagado sobre el método me ha parecido harto complejo. Sin embargo ella consigue que resulte comprensible; ésta es la cualidad de la autora que más me fascina, su capacidad para convertir un galimatías en algo manejable. Y es aquí donde surge la arquitectura corbusiana con su aporte de luz (claridad intelectual reflejada en la estructura del texto), belleza (un lenguaje sincero cargado de experiencia vital), y funcionalidad (una ruta esquemática pero completa en el mapa de las emociones que nos caracterizan a cada uno).

Descubre tu verdadera personalidad, se convierte de pronto en un viaje apasionante para mi. Me habla de lo que siempre he estado buscando: volver al origen, a Ítaca. Es la historia de mi vida, recuperar la niña feliz y valiente que fui, para llevarla a su plenitud. Creo que este libro será la bitácora definitiva que me acompañará hasta ese destino. Un destino que en gran parte está en mis manos.

Luego llega la sorpresa de reconocer en las tipologías a tus seres más queridos, naturalmente con las particularidades que los hacen únicos; curiosamente cuesta más reconocerse uno mismo. Y en este punto se disipa la cuestionabilidad del método, porque da en el clavo, con precisión y sin ambigüedades. Tanto que al final sólo queda hacerse una pregunta: ¿Me atrevo a ser feliz siendo quien soy? Si a pesar de todos los ponderables e imponderables la respuesta es sí, el final se convierte en el principio.

Es muy de agradecer la calidez del lenguaje en este libro. Arancha no expone fríamente su conocimiento; comunica desde su propia experiencia, la desdobla y amplifica con una claridad mental admirable, y escribe no sólo con la cabeza, sino con el corazón, y eso se nota. Porque "Ex abundantia cordis, os loquitur" (De la abundancia del corazón, habla la boca).

Mariaje López.

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