viernes, 23 de enero de 2015

Memorias de un sofá.




Llevaba algunos años separada. Era el primer mueble que yo compraba sola: sola lo busqué, sola lo elegí, y sola lo pagué. Era un sofá corriente, pero robusto. Nos entendimos bien desde el principio.

Llegó a casa oliendo a nuevo, con sus tres cojines rojo granate, regalo de la tienda. Desde entonces ha contribuido a hacer mi vida bastante más confortable. Por aquellas mismas fechas, algunos años antes de conocerle, el hombre de mi vida estaba comprando las sillas de su comedor con idéntico tapizado; exacto hasta en el color, y eso que había seis tonalidades a elegir si no recuerdo mal. Obra del azar desde luego, pero encantadoramente profético. 

Mi sofá y yo hemos vivido muchas cosas juntos: tantas y tantas horas de intimidad creativa, largas meditaciones, hallazgos deslumbrantes, soledades buscadas, compañias encontradas, sustanciosas lecturas, lágrimas surtidas, felicidades plenas, diarios escritos y olvidados, esperanzas rotas y cumplidas, palabras dichas y escuchadas, arrullos con los gatos, risas, siestas, abrazos, proyectos, adioses y besos. Él lo sabía todo de mí, y yo en ningún otro sitio me encontraba tan cómoda. Y así un día me dí cuenta de que nos habíamos convertido en cómplices. 

Una vez entraron a robar en casa. Mientras esperaba a la policía y a un cerrajero que me abriese la puerta, yo imaginaba a mi discreto amigo acuchillado; sabía que a veces los ladrones lo hacían, no sé si de pura rabia. Confieso que esa visión me angustiaba más que ninguna otra pérdida. Al entrar fue donde primero acudí, y respiré aliviada al comprobar que no había sufrido daño. 

Podría quedarse vacía la casa, y eso me apenaría; podrían llevarse todos los demás muebles, y sería un pequeño desastre. Pero este sofá acumula tanta historia, que si quedara él solamente entre las cuatro paredes, mi casa seguiría siendo mi hogar.


Mariaje López.
Si lo deseas, puedes dejar un comentario.



Licencia Creative Commons Tu  escritora personal por Mariaje  López se encuentra bajo una Licencia  Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0  .Premios 20Blogs

4 comentarios:

  1. Por lo visto, hasta el sofá se ganó el respeto de los cacos, con tanta vivencia.

    ResponderEliminar
  2. Hay cosas insustituibles y tu sofá es una de ellas :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ha llegado a serlo, si. Y es que el roce hace el cariño, ja ja ja, y en este caso el refrán cuadra de lo lindo. Un abrazo grande

      Eliminar