Howard Phillips Lovecraft |
Le he pedido a mi madre que me corte el pelo. Bueno, se lo llevo pidiendo desde los tres años, pero hoy, ya con seis, se lo he exigido. Quiero usar pantalones y no volver a ponerme un vestido nunca más. A ver si los mayores dejan de llamarme rayito de sol por el azul de mis ojos y esos melifluos bucles dorados que adornan mis hombros.
Cuando me quejo, ella me enseña retratos del siglo XVIII donde los hombres llevan el pelo igual que yo; antes eso me tranquilizaba pero ahora no. Quiero llevar el pelo corto y que nadie dude de mi sexo, como hasta incluso lo he dudado yo. Soy un niño como los otros, por mucho que mi madre insista en que no lo soy, en que pertenezco a una familia noble y no debo mezclarme con gente inferior, y porque además soy tan feo, dice, que se reirán de mí.
El abuelo dice que la muerte de papá destrozó sus nervios, y la disculpa por eso, pero yo no soy responsable de esa desgracia. A mi padre casi ni lo conocí, y no siento que mi madre me quiera, aunque me lo consienta todo, especialmente en la mesa: como lo que quiero cuando quiero, y lo mismo pasa con los horarios. Duermo de día y leo de noche. ¡Ah, esa biblioteca del abuelo, mi cueva, mi castillo, mi paraíso! En ella vivo mis mil y una noches, y aprendo cultos de dioses antiguos, ya muertos o escondidos. Tal vez aguardan aletargados a que la humanidad los despierte de algún modo. Hay en los estantes muchos libros de mitología clásica; entre ellos, la Biblia. Sí, porque leo perfectamente desde los cinco años, y a tal edad, hace uno, ya me declaré formalmente ateo.
Mamá ha llorado copiosamente al cortarme los rizos, y después ha dicho que tenía un aspecto repulsivo y ha jurado que no me volvería a tocar. Mis dos tías no dudan que cumplirá su palabra, pero yo confío en que se le pase, y que algún día se sienta muy orgullosa de mí, que para eso soy su único hijo.
Sólo espero que mientras tanto, esos monstruos que me arrancan del sueño cada noche, no me hagan necesitar desesperadamente sus abrazos.
H. P. Lovecraft |
Tu escritora personal por Mariaje López se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 .
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Inquietante historia con un buen final, aunque el niño lleva la peor parte. Bien escrito.
ResponderEliminarAunque no lo parezca, Carmen, es real. No lo supe hasta hace dos años, nunca me habría imaginado a Lovecraft con esa pinta tan "encantadora", pero el pobre no tuvo mucha suerte con sus padres. Parece que ambos estaban perturbados, cada uno a su modo. Tampoco me sorprende, leyendo sobre su infancia, que nos dejara esos relatos tan terroríficos. Respecto del final, no te creas que es tan bueno. Su madre, en efecto, no lo volvió a tocar nunca más, aunque le consentía todo y lo sobreprotegía. El propio Lovecraft confesó a su esposa que la relación con su madre había resultado devastadora para él.
EliminarCuanto aprendo contigo!! Yo también soy curiosa y me he ido con mi amigo Google y ya he leído algo sobre él. Es aterrador!!
ResponderEliminarTe pasaste super !!!!
ResponderEliminarMuchas gracias por la visita, y el comentario. Aquí tienes tu casa.
EliminarUn relato tierno,profundo,universal y con tintes de psicológico-traumáticos que han marcado la vida de más de un niño!Superarlo en la etapa adulta no es fácil,siempre quedan vestigios tatuados en la matriz ependimaria!!
ResponderEliminarLo dice un médico y poeta, así que gracias por corroborar el mensaje, basado en hechos reales, como digo. Un abrazo.
EliminarNo sé si cambiarme al género del terror en lugar de novela negra :) Lovecraft fue el único que me impidió ir de la cama al váter para mear, eso debe de ser el terror (a pesar de su tierno aspecto)
ResponderEliminarBueno, de momento tú sigue con la negra, que tiempo habrá para todo. A no ser que no hayas empezado todavía, porque terror cósmico a la gallega es otra cosa que me pirraría leer.
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