El asiento de la ventana - Wiliam Orpen |
Una ventana que enmarca unos árboles con pájaros que beben en las hojas amarillas. Una brisa que mece el guion cotidiano, el escenario reconocible; la cadencia de los silencios y de las músicas de ese otro corazón que late acompasado al tuyo.
El recuerdo dulce que abraza una pena, la mirada sabia que acuna una risa, unas manos que preparan el café de media tarde, otras que recogen la caricia lanzada desde unos labios. El ángel que reposa en la memoria de los azares comunes.
Un libro abierto sobre las rodillas, una gata jugando fuera, descuidada al fin de todo peligro. Otro minuto que surca la mirada que te sacudió un día, para siempre, y que te reconforta ahora de las heladas que florecen salvajes, más allá del jardín. La mirada que tanto ama tu alma porque la reconoce y se busca en ella.
Un teclado, una pantalla, un bolígrafo de tinta gel y un cuaderno que se hace puente para que la voz secreta cruce, conquiste los senderos y las autopistas. Para que en su llamarada alumbre los enigmas propios y ajenos, para sostener el cansancio y alimentar la esperanza en aquellas cosas que pueden alcanzarse.
Un amor que llega y se acomoda en el aire tibio que baña a todos los amores, que justifica una vida, un momento que acoge todos los momentos, todos los matices de celeste y violeta. Un gesto simple y espontáneo que revela la certeza de un corazón que encontró su ruta.
Mariaje López
Pintura: El asiento de la ventana - Wiliam Orpen
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