Mi libertad se hace paisaje en un desierto de Jordania llamado Wadi Rum. Cuando llegamos al campamento faltan veinte minutos para la puesta de sol
A lo lejos, una larguísima fila de camellos avanzando con parsimonia. El aire ostenta una pureza desmedida, la luz alcanza cualidades místicas. Siento a mis costados las alas desplegándose: robustas, poderosas. Mi alma desamarra sus falsos espigones; nada por lo que llorar, nada de lo que avergonzarse, nada que reprochar. Ni antes ni después; sólo un ahora infinito redentor de todo.
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