¿Conoces a alguna persona que no haya cometido errores, errores graves, de esos que repercuten en otras personas? Si crees conocer a alguien así, entonces no lo conoces tanto como crees, pues tal persona no existe.
Por tanto, volviendo la mirada hacia nosotros, aquí nos tenemos, en este instante. Nos conviene, una vez admitida la culpa, asumir el pasado y ocuparnos de lo que somos hoy, y de lo que queremos ser mañana. Pues instalarnos en lo primero no le sirve a nadie, y menos a nosotros.
Hoy es un regalo, y mañana una promesa. Si tenemos esta dicha, ¿por qué no aprovecharla?
¿Por qué no hacer las paces con nuestra verdad, en especial aquella que más nos duele?
Si alguna vez fuimos sombra, y con total seguridad alguna vez lo fuimos, ya sabemos caminar por sus veredas.
Y atravesar la noche es el camino más recto para llegar al día.
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