Mihaly Von Zichy - Encuentro romántico |
La joven espera. En su habitación la luna teje velos de luz pálida. El éter nocturno invade la estancia. Transcurren las horas y el esperado no llega.
Hoy ha pedido permiso para convertirse en hombre. Nada asegura que lo obtenga, pero de ser así, conocerá la muerte. No volverá a su estado anterior, espíritu eterno. ¿Para qué le serviría una eternidad sin su amada?
Transcurre el tiempo, y en la demora se queda adormilada. Hasta que se siente ingrávida, mecida, elevada en unos brazos que la estrechan, envuelta por unos labios que la aprisionan dulcemente.
"A partir de esta noche seré un hombre".
—¿No te importará morir?
—Menos que no tenerte.
—Jamás podré compensarte por la eternidad que perdiste.
—Te equivocas amor mío; me has traído libertad. Lo que a ningún ángel le es dado.
—Ser libre para elegir el cielo o hacerte viejo a mi lado. ¡Qué locura tan grande!
—Si es el amor demencia, que el amor me vuelva cuerdo. Y si no es así, que me deje vivir siempre enredado en tu cintura.
Ella sintió la fuerza delicada de aquellos brazos de carne, la suavidad de los besos, el calor de una realidad que antes solo pudo amar en espíritu, el tacto de una piel cálida que hasta entonces solo la rozaba como lo hiciera una brisa.
Él notó que sus hombros se desprendían de aquella masa de plumas, y comprendió que irreversiblemente sus días ya estaban determinados. Experimentó una felicidad grande, tan inmensa como extraña. Inmensa porque él la había elegido, extraña porque se acabaría. Y conoció entonces la intensidad de un momento, la dicha de perderse en un alma ajena, el dolor de abandonarse en un corazón finito.
Y la besó quietamente, con un fuego repetido, insaciable, en un abrazo constante. Hasta que se apagó la luna y los iluminó el día; un día como jamás hubo otro antes.
Pintura: Mihaly Von Zichy - Encuentro romántico
Hoy ha pedido permiso para convertirse en hombre. Nada asegura que lo obtenga, pero de ser así, conocerá la muerte. No volverá a su estado anterior, espíritu eterno. ¿Para qué le serviría una eternidad sin su amada?
Transcurre el tiempo, y en la demora se queda adormilada. Hasta que se siente ingrávida, mecida, elevada en unos brazos que la estrechan, envuelta por unos labios que la aprisionan dulcemente.
"A partir de esta noche seré un hombre".
—¿No te importará morir?
—Menos que no tenerte.
—Jamás podré compensarte por la eternidad que perdiste.
—Te equivocas amor mío; me has traído libertad. Lo que a ningún ángel le es dado.
—Ser libre para elegir el cielo o hacerte viejo a mi lado. ¡Qué locura tan grande!
—Si es el amor demencia, que el amor me vuelva cuerdo. Y si no es así, que me deje vivir siempre enredado en tu cintura.
Ella sintió la fuerza delicada de aquellos brazos de carne, la suavidad de los besos, el calor de una realidad que antes solo pudo amar en espíritu, el tacto de una piel cálida que hasta entonces solo la rozaba como lo hiciera una brisa.
Él notó que sus hombros se desprendían de aquella masa de plumas, y comprendió que irreversiblemente sus días ya estaban determinados. Experimentó una felicidad grande, tan inmensa como extraña. Inmensa porque él la había elegido, extraña porque se acabaría. Y conoció entonces la intensidad de un momento, la dicha de perderse en un alma ajena, el dolor de abandonarse en un corazón finito.
Y la besó quietamente, con un fuego repetido, insaciable, en un abrazo constante. Hasta que se apagó la luna y los iluminó el día; un día como jamás hubo otro antes.
Pintura: Mihaly Von Zichy - Encuentro romántico
Mariaje López ©
Tu escritora personal por Mariaje López se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial.
Sublime instante el que nos retrata escritora, un inmortal que por amor renuncia a su privilegio para amar y ser amado. Muy bien descrito y esbozado, felicidades Escritora. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Salayero. Otro abrazo vaya para usted.
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