En la Alcazaba de Almería. Foto: MiPaco |
Las cosas que duelen, las cosas que calman, las que sacuden, las que abren la trampilla del sótano o conducen hasta el desván.
En la Alcazaba de Almería. Foto: MiPaco |
Las cosas que duelen, las cosas que calman, las que sacuden, las que abren la trampilla del sótano o conducen hasta el desván.
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Imagen: concierto de Robe en Alcalá de Henares, día 13 de septiembre de 2024. |
Lo de Robe ayer fue sobrenatural. El Poder del Arte se hizo carne y habitó entre nosotros.
Te preguntas cómo es posible tanta perfección.
Cómo cinco músicos pueden sonar como si fueran una orquesta entera.
Cómo se pueden dominar así las pausas dentro de una canción.
Cómo puede una persona que apenas se mueve de delante del micro, electrizarte el vello.
Cómo se puede llegar a tal grado de sofisticación en escena cuando lo que pinta Robe con sus letras es la cultura del caos.
Inmersa por estas fechas en el ambiente de mi primer barrio, Canillas. Removiendo las memorias para intentar ordenarlas, comprenderlas, interpretarlas. He vuelto a pisar las calles que pateé de niña, y la remembranza se anega en el recuerdo de los patios encalados, en las calles de tierra, en el aire incontaminado.
Subo por la calle Agustín Calvo, y me detengo en mitad de la acera para observar el bloque de pisos que tengo enfrente; en el bajo está la papelería Pegaso, que lleva con el cierre echado muchos, muchos años. Era de mis tíos, que habían traspasado el bar restaurante del mismo nombre, cambiando los platos y las botellas por los libros y el material escolar. Ahí, justo ahí donde está la papelería, estaba nuestra casa. Con su fachada blanquísima y el membrillo asomando, como un centinela.
¿Qué tienes, Platero?
He descubierto tu fantasma apacible lamiendo la pradera en el remanso del río. Tu pelo relucía entre los chaparros engalanados, ribeteados de sol.
¿Qué haces tan lejos de tus campos y de tu tiempo? ¿Fue mi memoria la que te trajo aquí? Yo estaba recordando mi infancia, Platero, cuando mi mirada se encontró contigo. Me he dado cuenta de que mi infancia y tú, os parecéis.
Mi infancia dulce y fuerte, igual que tú. Dulce porque sus momentos no han perdido el sabor de las caricias, ni el color de los sueños; fuerte porque ella sola ha sido capaz de sustentar toda una vida. A mi infancia le brillaban los ojos, como a ti, y trotaba libre y feliz por sus riberas como un asnillo contento, pendiente solo del minuto inmediato, del juego sorprendido, del roce esperado de unas manos seguras. Mi infancia se extasiaba en una flor, se perdía en las nervaduras de una hoja y en el olor de unos pétalos. Recibía el aliento del sol como se recibe el pan de cada día.
Mi infancia, como tú, se murió un día. Y a pesar de la física y el tiempo, Platero, mi infancia, como tú, resultó ser inmortal.
Un encuentro interminable, de Mariaje López y Salvador Robles Miras, Ed. M.A.R. Editor
Tu escritora personal por Mariaje López se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial.
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Imagen: una de las ilustraciones que finalmente no se incluyeron en el libro, de Marta Virseda García. |
LAURADAF, BABELIO
"Curiosamente, el libro comienza y termina de la misma manera, remarcando la unidad que existe en el universo creado por la línea infinita, ya que no hay principio ni fin entre los diferentes seres. Además, lleva el mito del hilo rojo a otro nivel, ya que la línea infinita es una mezcla entre esos hilos que te unen, no solo a las demás personas, sino también a los demás seres y el hilo del destino que va marcando tu camino, lo que estás destinado a hacer y a quién estás destinado a conocer.
Es un libro corto, pero muy intenso, con una gran cantidad de fábulas mezcladas entre sí. Aunque al principio cuesta ubicar un poco cuándo están sucediendo las cosas, ya que la narración va mezclando el pasado, el presente y el futuro y, a la vez, va contando los hechos desde distintas perspectivas.