La gran ola de Kanagawa - (Katsushika Hokusai). |
A las personas como ella, es difícil creerlas, al menos de forma integral. Las personas como ella, que han vivido en el exceso, no de los hábitos sino de las situaciones, cuando cuentan lo que les ha pasado suelen ser tachadas de aparatosas. Y en consecuencia pierden credibilidad. Ella cuenta su vida y el que escucha piensa que está exagerando.
A quienes no han vivido situaciones límite como forma de lo cotidiano les resulta complicado creer. Y más difícil aun es comprender el verdadero alcance de su realidad. No entenderán jamás, por ejemplo, su forma de sentir. No saben que para sobrevivir en sus circunstancias hay que internalizar las experiencias de otra manera, elaborar sintaxis profundas y muchas veces llegar a conclusiones sorprendentes y radicales sobre los hechos.
Expresar todo eso en voz alta, puede dejar a los demás asombrados la primera vez. Después se cansan, dudan y se rebelan contra lo incomprensible. Ella aprende que sólo puede esperar comprensión de los iguales. De aquellos otros que además de haber sido víctimas del exceso, han aprendido de él, y han mantenido a pesar de todo cierta dosis de lucidez. Sabe que la fe empática del otro no es probable si no posee un mínimo de humildad intelectual. Y la soberbia en este campo, desgraciadamente es lo que prima.
Pero hoy ha llevado todo el día un nudo en la garganta y a escondidas ha desahogado el caudal. Ha experimentado de nuevo la hartura ajena, ese tono contenidamente despectivo; la actitud y las contestaciones que siempre dejan un eco de recelo. Y se ha sentido torpe e inútil. Aun así trata de mantener la compostura para no empeorar las cosas, sin dejar de sufrir hasta que se da cuenta de que ha estado preocupándose todo el tiempo por lo que puedan pensar los demás. No acostumbra a pensar en cómo se siente ella.
De repente todo cambia. Ya no hay en su mirada un rastro de súplica conciliatoria, ni una débil llamada de atención, ni un esperanzado ruego. Y comienza a sentirse muchísimo mejor. Se promete que nunca más cobijará en sus ojos esa suplica imposible, ni en su corazón esa estéril melancolía.
Ya nunca más volverá a perderse en nadie… ni por nadie.
Ha dejado de marchar en la fila de las víctimas, y se ha unido a la de los héroes anónimos, y por ello, libres.
Mariaje López.
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Muy bueno, y la ilustración también. Debo agradecer no haber vivido situaciones extremas. ¿O no? En esas coyunturas subes un peldaño en la escala vital que, normalmente, te deja muy por encima del resto de tus semejantes, volviéndote más humilde, creo, incluso intelectualmente, porque a lo vivido así le sobran las palabras y los adornos.
ResponderEliminarHablando de héroes anónimos, acabo de leer la última novela de Mario Vargas Llosa “El héroe discreto”, limpia y contundente. Intriga y humor. Jerga peruana a tope, y me acordé de ti. Mario nación en Arequipa, salen las costumbres y dejes piuranos, etc. Es deliciosa.
Y cambiando de tercio, ya me he inscrito en la blogoteca 20, pero no consigo poner el logo que facilitan. Tu lo colocas en todas las entradas, por lo que veo. A ver si doy con el truco.
Gracias Tucho.
EliminarPues lo de haber vivido al límite... sobre todo cuando no es por gusto, hace más fuerte al que sobrevive. Otros no lo soportan y se dejan morir en la cuneta. Sé porqué lo digo, créeme. Lo tengo cerca. ¡Qué bien dices que a una experiencia así le sobra casi todo!
Me anoto la reseña de Vargas Llosa, que se me van amontonando las lecturas sumida como estoy en el trabajo que me da mi pequeña novelita. Cuando acabe me voy a dar un atracón, y éste será uno de los que caigan, seguro.
Lo del logo: tú tienes Wordpress y no sé cómo funciona. Yo inserto el código de HTML en el cuerpo de la entrada. O bien, como en el caso de la presente, he copiado la imagen de la anterior y la he colocado más o menos en el sitio, en la otra ventana, la de redacción. No se si te he ayudado en algo. :-)
Me ha gustado mucho. Presentamela.
ResponderEliminarCreo que la conoces. ;-)
EliminarUn abrazo, querido Likas.
MI querida amiga: a poco que se abran los ojos, la cabeza y el corazón, de la experiencias extremas de las personas, sobre todo cuando te tocan de cerca, quien quiere aprender, aprende. Bastan dosis de empatía, basta mirarse en ese otro espejo y preguntarse cómo habría sobrevivido yo... Es verdad que no es lo mismo que vivirlo, pero planteárselo estimula el pensamiento y ensancha el ángulo de la mirada que uno tiene del mundo y de las personas, y, por lo tanto, de uno mismo. Y compartir el camino de la persona que experimenta al límite, te hace experimentar también cosas.
ResponderEliminarEn fin, que por todo lo que he aprendido y aprendo caminando juntas, te doy las gracias. Admiro la capacidad de supervivencia y de reinvención de la protagonista de la historia. Lo sabes.
Y te quiero.
Mariajo.
A poco que se abran todos esos sentidos que dices, se aprende de quien aprendiendo enseña, y así es como he ido yo aprendiendo de tí. Que eres uno de mis mayores referentes lo sabes. Es algo bárbaro nuestra historia, cuánto hemos experimentado juntas. Cada vez tiene más sentido llamarte síster. Ya no quedan cosas por explicarnos como pasaba al principio. Sólo mucho que compartir en esta perseverancia amistosa tan nutritiva. La admiración es mutua, y me consta que el cariño también. Es esa certeza maravillosa que da la madurez del amor.
EliminarSí. Estamos en un estado de serenidad madura.... Miro hacia atrás y veo tanto camino hecho juntas!!! Es verdad, ya no hay que explicar nada. No hace falta. No lo necesitamos. Sólo sabemos que nos queremos y que siempre estamos ahí aunque cada una viva en un lugar diferente. Sí, querida, eres mi hermana del alma y me encanta!!
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