A caminhada de Margarete, de Edivaldo Barbosa de Souza |
Cuando Margarita sale a pasear se lleva a los perros. Del resto intenta olvidarse. Prefiere fundirse con el sol en los charcos, teñirse de verde las pupilas, amainar los oídos con la voz del viento, y empaparse de las aguas celestes cuando llueve.
Desea que el sendero la lleve donde quiera, que la acune en su reposo, que los árboles la reclamen como savia suya, que el silencio le cante entre las ramas su partitura antigua. Y que la luz aliente sus cansados pasos, fugitivos del grito pendenciero y de las risas que vuelven de vacío.
La caminata se alarga cuanto puede, no hay prisa por regresar al mundo que la relega, al silencio ácido en que se pudren las flores y las miradas se apagan.
Por eso vuelve una y otra vez al bosque. Allí la siguen sus fieles de cuatro patas, camaradas gozosos en el despliegue del cotidiano trayecto. Margarita camina y se aligeran sus pies, como si el tiempo la llevase en volandas para estirar la dicha, para engrosar la calma, para abrazar el camino y demostrarle su pertenencia.
En la espesura callada siempre se encuentran la felicidad y ella, cuando por el camino atrás quedan las penas huérfanas.
Pintura: A caminhada de Margarete, de Edivaldo Barbosa de Souza
Tu escritora personal por Mariaje López se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial.
El mejor amigo del hombre, y de la mujer también, los caninos de 4 patas, y perderse en un camino rural por el campo y olvidarse de los problemas por observar la naturaleza, claro que si eso es algo estupendo escritora, seguro que usted también lo sabe y lo practica. Es extraordinario lo que los amigos de las cuatro patas pueden hacer por uno
ResponderEliminarYo he tenido más gatos que perros, y conozco mejor a los felinos. Me provocan admiración al igual que los canes me producen ternura, por su fidelidad. El mundo animal es algo extasiante para mí. Y los paseos, a menudo también, sobre todo en plena naturaleza.
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