domingo, 14 de enero de 2018

La venganza esquiva y el nada esquivo placer de leer esta novela


Portada de La venganza esquiva. (Adrián Martín Ceregido - Ed. Émepe Mundopalabra)

Estoy segura de que si el señor Robert Louis Stevenson, celebérrimo autor de obras tan conocidas como La isla del tesoro, El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, y La flecha negra, por citar algunas, pudiera tener la primera novela de Adrián Martín Ceregido entre sus manos, deslizaría su vista complacido por las páginas de La venganza esquiva.

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SINOPSIS DE CONTRAPORTADA: 

Corre el año 1870 y un futuro escritor, desconocido aún, llamado Robert Louis Stevenson, pasea por las calles de una localidad costera escocesa. De improviso, tiene un encuentro con una anciana que adivina detalles sobre su porvenir. Años después, un despiadado asesino riega de sangre las calles londinenses. El destino entrecruza las vidas de ambos personajes. Y los acontecimientos se precipitan hasta las islas del Pacífico Sur.

La historia de una familia a lo largo de treinta años y de medio mundo. Libertad, amor, odio, venganza y lealtad transportan al lector por el París, Londres, Nueva York o Honolulu de la segunda mitad del siglo XIX.

Una novela intrigante que nos abre la puerta a uno de los hechos más inquietantes y enigmáticos de una época. Magnífica conjunción entre realidad, literatura y suspense que atrapa al lector hasta la última línea.

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He tardado cinco días en leer esta voluminosa novela —casi 500 páginas—, y de haber podido dedicarle más horas habría tardado bastante menos. La actividad me ha resultado sumamente placentera por varios motivos, y el primero de todos es que está muy bien escrita. Se nota el el mimo, la prolijidad, el cariño, el compromiso con la historia en curso y hasta la diversión con que el autor la ha ido tejiendo. La tarea de documentación por sí sola ya es un trabajo encomiable; la recreación de datos, lugares, testimonios, citas, pasajes históricos y biografías así lo indica, y la forma en que se han mechado estos recursos entre la carne ficticia del relato es sencillamente perfecta. Todo resulta verosímil, nada chirría, todas las muescas del engranaje hacen avanzar la historia, cuidadosamente engrasada. En ella giran, aparecen y desaparecen con lograda justificación todos los personajes, y con ellos el mismo Stevenson y otras celebridades de nuestra historia: Darwin, el padre Damián, Henry James o el mismísimo Conan Doyle, detalle muy festejado por la entusiasta lectora de Sherlock Holmes que firma esta crónica. 

La edición está cuidada, y he de destacar en ella las ilustraciones a lápiz de Rodolfo Núñez, que acompañan el texto maravillosamente y contribuyen a la plácida experiencia de su lectura. No debe haber resultado sencillo coser todas las subtramas de esta historia; se percibe mucho trabajo de anticipación, de trastienda, de documentación y planificación para que todo encaje y sea plausible. He de decir que se ha logrado: la realidad apoya la ficción, y hasta me arriesgo a decir que también ocurre a la inversa; todo ello expresado de manera ágil, amena, correcta, sensible y apasionada. Así discurre esta obra trufada de misterio y suspense, de amores y odios, de grandezas y miserias. De todo aquello que nos configura como seres humanos, en fin: seres contingentes capaces de lo peor y de lo mejor, en perpetua lucha contra nosotros mismos, en desesperada o esperanzada búsqueda de la felicidad. El azar ha querido que hoy, antes de escribir este artículo, me haya tropezado con una cita del mismo R. L. Stevenson que dice así: 

"No hay ningún deber que más infravaloremos como el deber de ser felices. Al ser felices sembramos el mundo de frutos anónimos". 

Una mínima observación he de oponer a esta cita: la de que también sucede poder sembrar un fruto de felicidad —la felicidad de escribir—, sin que necesariamente éste sea anónimo. Stevenson lo hizo, y Adrián Martín Ceregido lo ha conseguido con su ópera prima. Os animo a disfrutarla. 


Mariaje López

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10 comentarios:

  1. Estimada Esfinge16/1/18, 22:31

    Hola López, adorada esfinge, espero que te duelan y mucho las falanges.

    R. L. Stevenson es una maravilla de escritor, además de los que citas y otros como la flecha negra y el señor de Ballantree, que son los más conocidos, también tiene pequeños relatos sublimes como el diablo y la botella, el club de los suicidas y el diamante del raja, estos últimos dentro de las nuevas noches árabes. Comparto todo que indica y confío que este libro sea tan maravilloso como le ha parecido.

    He comenzado la lectura de Beatricia y la verdad que me esta gustando de veras.

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    1. Estimada Esfinge: dice bien y tiene razón en que Stevenson tiene mucha obra para lo relativamente poco que vivió, e incluso hay películas de varias de sus obras; de El señor de Ballantree creo incluso recordar una versión en blanco y negro protagonizada por Errol Flynn, y de La flecha negra me suena una serie de TV. Y como soy friki, tengo que mencionar aparte de las películas sobre Jeckill y Hyde, el musical que aquí en España protagonizó Raphael, al cual sigo desde los nueve años. Celebro que celebre estar leyendo Beatricia. Las falanges bien, los teclados modernos no son como las máquinas de antaño, que había que hacer fuerza.

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  2. Querida Esfinge16/1/18, 22:32

    Puestos a comentar primero las cosas menos buenas diría que no creo que los cachelos se puedan sembrar, puede que me equivoque pero creo que no se emplea esa expresión, (pagina 29 de Beatricia) y al fin y al cabo son patatas, patatas hervidas sin piel muy frecuentes en Galicia, se toman con el pulpo y otras viandas, pero creo que no se siembran, puede ser que la expresión sea correcta y yo lo ignore, en cuyo caso corríjame para saberlo.

    También me gustaría decirle López, con el debido respeto y con animo constructivo por supuesto, que en algunas ocasiones me ha parecido algo recargada la manera de describir que utiliza en la novela, en el sentido de que abunda la adjetivación y casi todo tiene uno o varios epítetos que adornan muy bien la narración, pero pienso que si bien no se puede afirmar que ninguno sobre, ni me atrevo a afirmar que sean redundantes, yo pienso que también se podía narrar con algo más de desnudez ornamental en algunos momentos. Por supuesto que esto es totalmente relativo y dependerá de la opinión y el gusto de cada uno, y claro que el autor tiene todo el derecho a elegir su estilo. Si mi comentario le es útil estará bien empleado, si no es así ignórelo y no le de importancia por favor.

    Esto es una simple impresión estilística de un profano que no tiene ningún tipo de pretensión critica ni se dedica a la literatura ni pretende dar lecciones a nadie. Repito una opinión, como habrá muchas en sentido contrario, espero que no se lo tome a modo personal, porque aún cuando destaque un pequeño detalle de algo que me ha llamado la atención, ni siquiera digo que esté mal realizado sino que se puede hacer de otra manera.

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    1. Adorada Esfinge16/1/18, 22:34

      Mire López, la narración que ha escrito es sencillamente maravillosa, se lo digo como lector que no he podido soltarla y la cojo con el mayor interés cada vez que abro su libro. Creo que derrocha fantasía a raudales y además de estar escrita con un leguaje claro, comprensible y accesible desde el principio, tiene una trama con un engranaje bien armado para que no decaiga en ningún momento el interés en la historia, a cada pagina que uno lee continua queriendo saber que ocurre después. Todos los momentos de la narración (hasta donde he llegado yo, al sumidero del mar de barro), tienen su emoción y se leen con atención.

      He de destacar la originalidad del contenido, los nombre elegidos para la parte fantástica de la historia, muy sabiamente adjudicados y los temas que representan. Me recuerda su historia al libro de Michael Ende, la historia interminable de Bastian y Atreyu. Realmente a medida que avanza la historia se observa que la misma podría continuar interminablemente ya que tiene usted imaginación infinita para desarrollarla con igual intensidad en todas las partes.

      Me ha parecido digna de destacar la intensa descripción que hace del violinista (pagina 44), personaje que no vuelve a intervenir en la historia de momento, pero al que tributa unas lineas de mucha intensidad, se percibe cierta tristeza pero tratada con mucha elegancia y bellas palabras. También me ha encantado la historia de Strut y Haddar, lo bien narrada que está y como de repente se introduce un relato distinto en la historia principal y lo bien que entra y se mete uno en la narración.

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    2. Hierática Esfinge16/1/18, 22:37

      Parece que sea un libro dirigido a adolescentes y gente joven, ya que los protagonistas son personajes jóvenes y es una historia de temática fantástica, sin embargo creo que está abierta a todas las edades y se lee con gusto, ya que si bien es una historia de fantasía no carga el peso de la trama en el desarrollo de lo imaginativo fantástico, si no en el desarrollo de los personajes y sus circunstancias.

      Estimada López me gustaría saber cuanto tiempo ha tardado en escribir esta novela, si es que puede saberse claro, por la cantidad de detalles que contiene y el proceso de maduración de toda la historia, supongo que le ha supuesto un largo trabajo.

      López me parece mentira que sea esta la primera obra que ha puesto a disposición del disfrute de los lectores, tal como escribe creo que podría tener ya unas cuantas obras. Ya se que cada uno tiene sus circunstancias y sus momentos y hay que aprovecharlos. Por eso mismo me gustaría decirle que ojalá le duelan las falanges de incrementar su obra ofreciendo nuevas historias al público y no por otro motivo.

      Muchas gracias López, quede con Dios.

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    3. Hierática, adorada y querida Esfinge: respecto a los cachelos me hizo usted dudar, ya que nunca fui versada en horticultura, pero encontré un vídeo que nos puede aclarar algo el asunto; sírvase: https://youtu.be/CnCG9inhjoo.

      De la observación constructiva que me hace sobre la prodigalidad de adjetivos, capto la buena disposición, y la agradezco, y por ello tomo nota, ya que uno de mis objetivos en el perfeccionamiento de mi escritura es conseguir decir lo más posible con el mínimo de palabras. Como puede apreciar por lo leído, todavía me queda camino para eso. No puedo prometer nada, pero sin duda su observación aporta positivamente a mi empeño. Gracias por su delicadeza.
      Respecto de sus comentarios generales he de agradecer nuevamente su tiempo, tanto el de leerme, como el de comentarme sus impresiones, tan valiosas siempre para un autor. Me alegra ver que tiene una gran sensibilidad para captar cosas de la narración no tan perceptibles a primera vista, como por ejemplo la elección de los nombres, o la tristeza amable con que presento al violinista. Le puedo adelantar que volverá a tener noticias suyas, si bien de forma breve. Respecto de Strut y Haddar, he de darle una pequeña sorpresa, el personaje de Haddar está inspirado en la realidad. Mire, esto es lo que se sabe de él y está documentado por Julio Caro Baroja en sus Estudios Saharianos: http://www.yorokobu.es/nino-avestruces/

      En principio era una novela corta para adolescentes, pero luego me ha salido algo más transversal, como también ha captado usted, hay paralelismos, salvando las distancias, con La Historia Interminable, libro que me fascinó siempre. No es la única persona a la que Beatricia le ha recordado a M. Ende.

      Me pregunta cuánto tiempo me ha llevado la obra: dos años. Escribí más de 700 páginas y deseché casi la mitad. Fíjese si lo he pulido y todavía sobran adjetivos... jajaja.

      Muchas gracias por todos sus comentarios, tan valiosos para mi. Y otra vez, por su tiempo. No quedaré con Dios seguramente, pues aunque anduve por su casa bastantes años, hace tiempo que la abandoné, pero no quedo en mal sitio si es en esta Casa de las Mil Voces, donde siempre me encontrará atenta.
      Un saludo, y que disfrute de las emociones que —a tenor de lo que aquí expresa ya en el ecuador del camino— todavía le reserva Beatricia.

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    4. Para la esfinqe17/1/18, 15:09

      Admirada Mariaje, cuando indico que los cachelos no se pueden sembrar, me refiero a los cachelos no a las patatas. Lógicamente las patatas sólo se pueden obtener mediante su siembre, y se obtienen patatas.

      Las patatas se pueden cocer con o sin piel, freir, hacer en el horno con o sin piel, etc... no se pueden tomar crudas pero se pueden cocinar de distinta manera. En Galicia le llaman cachelos cuando se cuecen sin piel, eso es el cachelo, cuando se cocina la patata de una determinada manera, pero lo que se siembra es la patata, el cachelo no sólo es el nombre que recibe la patata cuando se cocina de una forma concreta.

      Un cariñoso saludo

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    5. Perfida Esfinge17/1/18, 15:15

      Si la patata se cocina de otra forma, fritas o asadas, en galicia se dice patacas no cachelos, por eso no es sinonimo de patatas y creo que no es adecuada la expresión.

      Bueno Dios está en todos lados (hay muchas formas de entender que es Dios), y si anduvo mucho tiempo por sus dominios aún cuando después se ausentase, seguro que la envuelve y la arrulla con su manto, sea en el acogedor y atractivo lugar de las mil voces o donde se encuentre.

      Un abrazo

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    6. Pérfida Esfinge: quedo enterada y advertida para el resto, si por ventura aparecen los cachelos en futuras obras, no los sembraré, y los llamaré patatas en su honor, aunque he de decirle que en el Alcampo venden unas bolsas de patatas en cuya etiqueta puede leerse "cachelo gallego", lo cual, aparte de ser una redundancia, puede que haya contribuido a mi confusión. En cuanto a la ubicuidad divina, mi expárroco, que he de confesarle me sigue apreciando mucho, y con el cual conservo amistad, me dice lo mismo que usted, y que si acaso él intercederá por mí ante San Pedro para que no me mande a mal sitio. De reconvertirme no desiste, pero hay puertas que una vez cruzadas, desaparecen. Sépase bien recibido siempre en esta casa. Un saludo.

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    7. Divina Esfinge18/1/18, 20:26

      López, no se trata tanto de tener una fe cristiana o religiosa. Hay que tener fe en uno mismo para empezar. " Quede usted con Dios ", es desearte que estés bien, tranquilo, con salud, protegido por Dios o por aquello que pueda ayudarnos a estarlo fe en la bondad y en el ser humano.

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