viernes, 2 de agosto de 2024

De bloqueos creativos y retiros mentales

En Jordania. Fotografía: Paco Cámara (MiPaco)



Desde 2020 a esta parte he publicado dos veces: Un encuentro interminable, (bendita la hora, y gracias, Salvador, por proponerme escribirla a cuatro manos contigo), y El mundo de la línea infinita, publicada este marzo pasado. Ambas obras las tenía escritas de antes, de mucho antes, en gran parte. Para Un encuentro interminable reuní textos dispersos no publicados comercialmente, y añadí unos cuantos relatos nuevos, siempre cortos. Para El mundo de la línea infinita escribí el capítulo de Menganita, el resto estaba hecho desde 2016. 

Sin embargo, a finales de 2020 empecé a escribir una novela a raíz de la muerte de mi único hermano. Escribí el comienzo de tres maneras: como obra de teatro, como novela en tercera persona, y como diario en primera. Me quedé estancada a las pocas semanas, y desde entonces, el bloqueo creativo persiste. Nunca me había ocurrido algo así. 

Es verdad que mi cabeza anduvo ocupada con muchas cosas: por medio la peor de todas, la muerte de mi madre, dos años después de perder a mi hermano. Y luego las rabias que dejó la pandemia: los ancianos abandonados a su suerte en las residencias... sin consecuencias. Me acerqué al Ateneo de Madrid, lugar donde Verdad y Justicia organizaba actos informativos y exigía respuestas que hasta hoy, no se han dado. Esa fue la rabia primera. La segunda, que jamás nos devolvieran las urgencias médicas a las poblaciones que nos las quitaron. Con otras cuatro personas impulsamos una movilización ciudadana en Colmenar Viejo: la Plataforma por las Urgencias de los Pueblos. A día de hoy, están al frente de ella personas harto valiosas y comprometidas que la hacen crecer día a día. Sé muy bien el sacrificio que conlleva, y los disgustos que acarrea esta lucha, empezando por las calumnias de un alcalde que no apoya a su pueblo en esta reivindicación, por no causar molestias a la presidenta de nuestra Comunidad, no vaya a ser... Ya sabemos lo que le gusta la fruta, y que la podrida la deja para las residencias. 

Hay creadores que pueden con todo. Les pasan un montón de cosas, participan de otras, y además no paran de escribir, por poner solo el ejemplo de la disciplina que me atañe. Yo no soy así. Tengo muchas limitaciones en lo anímico a la hora de crear. Mi mente se llena de aquello que me absorbe y no deja circular lo demás. Es por eso que tengo que apartarme, que dejar de estar en la primera fila de las luchas que tanto exigen de mi reducida energía. Necesito aplacarme, internarme en el camino de mi inspiración y dejar que me lleve donde quiera. Me propongo eso. He de escribir largo, no textos breves, con lo que este tiempo me he ido quitando la espina, pero no basta. Yo solo puedo ser plenamente yo contemplada en mis letras, buenas, malas o regulares. Por eso seguiré apoyando, sí, todas las luchas de las que siento "mis gentes", que son también mis luchas, pero de manera puntual, dejando a mi mente el espacio que necesita para expresarse, y de la forma que ella quiera hacerlo. 

Es lo que me propongo, y esta vez, espero conseguirlo. No me queda más remedio, si quiero escribir esa novela, o cualquier otra cosa de medio o largo recorrido, ya lo he comprobado. Así pues, me dispongo a iniciar este retiro mental, y dejar que el corazón, impulsor de mis letras, tome la iniciativa, y la palabra. Ya tengo elegida la banda sonora que me acompañará en el trayecto. 

Seguiré en el mundo, en mis espacios virtuales, y en los reales, compartiendo vida con mis amigos, pero de otra forma. Soy contemplativa, siempre lo he dicho. 

Mariaje López

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