Imagen: Birds Alberta Canadá |
—Te he dejado construir tu hogar entre mis ramas —le dijo el árbol al pájaro—, y ahora tu canto es el regalo que embellece mis días. Ya me cuesta imaginar la vida sin tu música.
El pájaro a su vez, meditó en cómo sería su vida sin aquel árbol, aquel en concreto. Ambos sabían que al separarse, sus vidas continuarían discurriendo como siempre en sus dichas y desdichas, pero nunca igual que antes, porque ahora cada uno acumulaba los dones que había recibido del otro; aquellos que les ayudaron a rebasar límites que por separado les eran inaccesibles. Eso convertía el presente en un punto de no retorno: como el alimento, el don se ha convertido en la sangre que nos riega.
Podemos experimentar muchas cosas nosotros solos y hacerlo felizmente; hay otras sin embargo que no podemos vivir sin los otros, porque necesitan de una corriente que fluya en dos direcciones.
Mariaje López© Tu escritora personal
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