martes, 9 de abril de 2019

Inviernos de estreno para otoños cansados


Imagen Freepik

Llegamos al pueblo entre montañas y parece que está dormido en el silencio invernal. Un perro grande nos guía insistente hasta el Parador. Un gato maúlla en la ventana y aparece en la puerta una mujer en bata y zapatillas. Está cocinando viejas recetas de un cuaderno desgastado. Más gatos repartiéndose el territorio nevado del patio. 

La mujer se llama Quintina y nos habla de un vecino que será nuestro guía providente: tiene las llaves de la Iglesia Mayor y la abre solo para nosotros dos. El templo esconde tesoros que los extraños no sospechan. 

Un castillo abandonado, con sus paredes amuralladas aún en pie, esperando a nuevos reyes y reinas que traigan la luz de la esperanza chispeando en sus ojos. Hay pisadas en la nieve del puente, hasta hace poco virgen. A sus pies un lavadero antiguo reconoce otra voz de mujer junto a sus caños vacíos. 

Al borde de la carretera, principio y fin del pueblo, el blanco y el castaño como un óleo pintado. Y allí dos seres bebiéndose, desgastandose en abrazos hasta perder la noción de cualquier otro mundo que no sea el propio, de cualquier otro lugar que no sea el presente. Y la magia destilando en el agua, enraizando en la tierra, saciando el aire de perfumes y músicas. Fuerza, locura, pasión y misterio desactivando miedos, desatando nudos, abriendo la vida a un paisaje de campos fértiles y cielos nuevos.


Mariaje López© Tu  escritora personal por Mariaje  López se encuentra bajo una Licencia  Creative Commons Atribución-NoComercial.

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