Foto: MiPaco |
"Lo primero que pensaron al abrir los ojos fue que algo había salido mal.
―¿Dani? ―inquirió ella tanteando el brazo que rodeaba sus hombros.
―Estoy bien. ¿Y tú?
―Bien, pero no veo nada.
―Estamos a oscuras, y vete a saber dónde.
Tenían una pared a su espalda, y buscando a tientas tocaron un interruptor de luz que accionaron. Estaban en un sótano sin ventanas. Frente a ellos había una doble hilera de bancos, ocho en total, y un aparato de proyección orientado hacia el fondo.
―No tengo ni pajolera idea de qué es esto ―dijo el chico mirando la bóveda de cañón.
Liena asentía callada mientras inspeccionaba el lugar.
―En la bodega de la Casa de Cervantes ―dijo con absoluta certeza. Dani la miró boquiabierto.
―¿En serio? ―Ella apretó los labios y asintió. Él soltó una palabrota y rumió algo―. El caso es que yo estuve en el museo pocos días antes de… bueno, de la Noche en Blanco; pero el sótano estaba cerrado y no pude verlo.
―Nada más lo abren cuando hay proyecciones.
―Por el silencio parece que no hay nadie.
―Tiene que haber vigilancia.
―Nos tomarán por ladrones.
―Iré a ver, espera aquí.
La chica inspeccionó la escalera en forma de U. El segundo tramo era el más largo y se alineaba con el muro que servía de pantalla. Subió procurando no hacer ruido, pero no encontró a nadie allí. Accedió al patio sorteando el cordón que prohibía el paso. El brillo del amanecer horadaba los resquicios de la lona que tapaba la cubierta de cristal y embebía los adoquines y el brocal del pozo en su pátina blanquecina. Escuchó ruidos y bajó las escaleras lo más deprisa que pudo sin armar jaleo.
―Sí que hay gente, creo que una persona.
―¡Qué putada! ¿Y ahora cómo salimos de esta?
―¿Y qué sé yo? Me lo preguntas como si fuera mi casa.
―Me pareció que conocías esto.
―Está cerrado y hay al menos un vigilante, así que ya me contarás. ―Se quedó un momento pensativa―. No tenemos otra; hay que esperar aquí abajo hasta que abran. En cuanto oigamos jaleo de turistas nos mezclamos y escurrimos el bulto.
―¿Y si hay cámaras?… A lo mejor nos están grabando.
―Pues no debe estar nadie mirándolas, porque, si no, ya estarían aquí.
Oyeron el ruido de una cisterna. Dani chistó y aguantaron la respiración.
―¡Apaga la luz, corre! ―instó Liena, acurrucándose en una esquina bajo la escalera.
―Es muy raro que no nos haya visto por la cámara. O tendría que haber saltado alguna alarma.
―Quizá no haya cámaras en el sótano, o tal vez Merilio nos ha protegido de algún modo. Él tenía que saber dónde nos mandaba.
―En ese caso no entiendo por qué nos lo ha complicado tanto
―repuso Dani.
―No van a creernos. Lo sabes, ¿verdad?
―No, ni de coña. ―Dani meneó la cabeza con desespero―. Nadie nos creerá. Y además no me extrañaría nada que ya nos estén buscando. ¿Cuánto tiempo llevamos fuera?
―Perdí la cuenta. ―No mentía, al leer los mensajes en la Casa del Amor ya constató que el tiempo no funcionaba igual en ambos mundos.".
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