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REENCUENTRO, ilustración de Marta Virseda García |
Una fatiga repentina tomó posesión de todos sus miembros y no tuvo más remedio que sentarse un momento, sofocada. Con el incidente del pajarillo había olvidado sus prisas por llegar a casa. Tenía que encender la chimenea. De esas cosas siempre se encargaba Ramón, pero hacía dos años ya que su único y gran amor partió de este mundo. A ella siempre le quedó el consuelo de oírle decir, la última noche, que había sido un hombre feliz.
Desde el parque podía ver la casa, con sus grandes ventanas y la hermosa verja blanca, pero no se encontraba con fuerzas para recorrer la distancia que la separaba de ella. Mientras, la lluvia no cesaba. Sintió una invasión extraña, como si cada hueso se le fuera convirtiendo en hielo, y todo dolor la abandonase.